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El musolari errante

Cine

Redención

Es un pequeño lugar en el Oceano Pacífico. ¿Sabes lo que dicen los mexicanos del Pacífico? Que no tiene memoria. Allí quiero vivir por el resto de mi vida. Un sitio cálido que no tenga memoria. Abrir un pequeño hotel en la playa. Comprar un barco antiguo y dejarlo como nuevo. Sacar de paseo a mis huéspedes para ir de pesca... Sabes, en un sitio como ese, necesitaría a un hombre que sepa como conseguir cosas. Hay un gran campo cerca de Buxton, uno en particular. Tiene una pared larga de piedra con un roble enorme al final. Parece algo sacado de un poema de Robert Frost. Allí fue donde le pedí a mi esposa que se casara conmigo. Fuimos allí de picnic e hicimos el amor bajo ese roble, le pregunté y me dijo que sí. Prométeme Red que si algún día sales de aquí buscarás ese lugar. En la base de la pared encontrarás una piedra que no tiene nada que hacer en un campo de Maine. Un pedazo de piedra volcánica negra. Hay algo allí enterrado que quiero que tengas. Querido Red, Si estás leyendo esto es porque has salido. Y si has venido tan lejos, tal vez estés dispuesto a ir aún más lejos. Recuerdas el nombre del pueblo ¿no? Me haría bien contar con un buen hombre que me ayude a echar a andar mi proyecto. Estaré a la espera de tu llegada con un tablero de ajedrez preparado. Recuerda Red, la esperanza es algo bueno, tal vez lo mejor que hay y las cosas buenas nunca mueren. Espero que esta carta te encuentre y te encuentre bien. Tu amigo, Andy.

Musts

Hoy me han pedido que hiciera una lista de pelis que considero imprescindibles. En diez minutos me ha salido esto, y claro, con la prisa ya me he acordado de varias que se me habían escapado... en fin, ahí la dejo.

Los siete samurais
Casablanca
Memento
M el vampiro de Düsseldorf
Cyrano de Bergerac
El señor de los anillos
El bueno, el feo y el malo
El padrino
Cadena perpetua
Napoleón (de Abel Gance)
El gran dictador
Desmontando a Harry
Zelig
El día de la bestia
Bienvenido mister Marshall
El año pasado en Marienbad
Frenesí
Psicosis
Cantando bajo la lluvia
El gabinete del doctor Caligari
La diligencia
La huella
Doce hombres sin piedad
Grupo salvaje
La vida de los otros
Funny games
El hombre del brazo de oro
Anatomía de un asesinato
2046
El curioso caso de Benjamin Button
Seven
Solas
Senderos de gloria
Eyes wide shut
Con faldas y a lo loco
Espartaco
La muerte tenía un precio
Pulp fiction
Munich
La lista de Schindler
En el nombre del padre
Reservoir dogs
Kill Bill
Dogville
Life aquatic
El gran Lebowski
El rey pescador
Ed Wood
Amelie
Sospechosos habituales
El hombre que mató a Liberty Valance
Río Rojo
El dorado
El acorazado Potemkin
Jo qué noche
La comunidad
Mystic river
Olvídate de mí
Adaptation
Oldboy
La fiera de mi niña
Eva al desnudo
Qué fue de Baby Jane
Historias de terror (Roger Corman)
The ring (japonesa, claro)
Amores perros
Shrek

The Wire, por Stephen King

The Wire, por Stephen King

Viciado hasta el extremo por The Wire, y deslumbrado por la genialidad que destila, he estado surfeando por Internet y he encontrado un texto sobre la serie de un tal Stephen King, que si bien es literariamente discutible, algo sabe de narrativa. Para gozo de la comunidad castellanohablante, he traducido el texto, tomándome sólo un par de licencias personales sin demasiada importancia. Aquí os lo dejo, firmando hasta la última coma de lo que dice. Por si alguien pregunta, Muhammad y Malvo fueron dos francotiradores que mataron a diez personas en el 2002, mientras que Simon Cowell es un directivo de Sony que se ha hecho famoso en América como jurado de "American Idol", el germen de Operación Triunfo. De propina, un enlace a un video sin desperdicio.


En la version de David Simon del Infierno de Dante, el papel del Infierno es para Baltimore, y los siete pecados capitales siguen bien, gracias. Los traficantes de nivel medio dan la bienvenida al otoño comprando ropa nueva a sus repartidores- un regalito para mantenerlos felices en su mercadeo al por menor. Cosas parecidas hacen los peces gordos con los políticos, una forma como otra de asegurarse de que las influencias sigan fluyendo; la única diferencia es cuánto cambia de manos. Y Lester Freamon, un detective a quien Sherlock Holmes saludaría como camarada, tiene su momento de revelación mientras contempla una casa –una de las miles en hilera en el corazón de esta decadente ciudad- en  un fresco mediodía de invierno. “Esto es una tumba”, dice.


Bienvenidos al Infierno… y al mundo de The Wire, temporada 4.
Lester tiene razón, por cierto. Hay un cadáver en la casa que señala, y dos docenas o más en otras. Son las víctimas de una silenciosa guerra de bandas iniciada por el sucesor de Avon Barksdale, el guapo Marlo Stanfield, ojos de muerto. Pero no es Marlo quien me mantiene fascinado, metiendo uno tras otro mis defectuosos discos en el DVD a la vez que mi pavor aumenta: ese honor corresponde al equipo a sueldo de Marl que forman Chris y Snoop. La segunda es quizá el personaje femenino más terrorífico que ha aparecido jamás es una pantalla de televisión. Cuando piensas en estos dos, piensas en gente como John Allen Muhammad y Lee Boyd Malvo, pero en versión inteligente.


Y con una pistola que lanza clavos.


The Wire también es inteligente, pero nunca se pasa de lista. Hay suficiente en la descripción de la decadencia del entorno urbano para removerte las entrañas, de modo que no hay necesidad alguna de orador que te lo explique. Ni siquiera Tommy Carcetti, el hombre blanco que acabará de alcalde en una ciudad negra, necesita discursos; sólo corre, incansable y veloz, en cuanto ve la oportunidad de ganar –pálida, pero real- aparecer en la campaña electoral.


La temporada 4 de The Wire es un deslumbrante circo de tres pistas de intrigas entrelazadas, y su visión del narcotráfico en América hace parecer a Miami Vice un dibujo animado para niños; sin embargo,  quiero volver al detective Freamon, que mira las casas que se caen en pedazos mientras clama “Esto es una tumba”. Simon y sus dotadísimos compinches (novelistas como Richard Price, Georg Pelecanos o Dennis Lehane) no temen extender la metáfora a todo Baltimore… o sugerir que el espectador conecte la frase con su propia realidad urbana.


Roland ’’Prez’’ Pryzbylewski ha dejado el Departamento de Policía de Baltimore para convertirse en profesor de matemáticas de secundaria, y ha descubierto que en la época den que oficialmente “Ningún Niño Queda Atrás” está trabajando en otra parte del mismo cementerio. Despega los chicles de los pupitres, controla la asistencia, sólo puede facilitar libros viejos (mientras computadores nuevas y relucientes se pudren en sus cajas por problemas burocráticos) y preparar a sus estudiantes, única y solamente, para aprobar los exámenes estatales. Se ve a sí mismo de nuevo falseando estadísticas para complacer a sus superiores, sólo que ahora lo hace en su cuaderno de notas en lugar de en los informes policiales. Y mientras limpia la sangre que manchó el piso cuando una de sus alumnas le cortó la cara a otra, Prez recibe una buena noticia (hasta en el Infierno las hay): la niña no era seropositiva. Así que no hay problema, tronco.


Cuando comienza el primero de los 13 episodios, la escucha original –todo un entramado electrónico preparado para encontrar pruebas y construir casos sólidos contra barones de la droga como Marlo- se desmantela, principalmente ante  la necesidad constante de los policías de hacer arrestos en la calle y engordar las estadísticas. Pero en la escuela donde Prez realmente progresa con sus alumnos, otra clase de escucha ha sido desarrollada; una clase única formada por chicos y chicas conflictivos, los Marlos del futuro, diseñada por otro policía quemado de Baltimore que los fans de otras temporadas reconocerán: Howard “Bunny” Colvin, ahora retirado. Es una clase donde hay alguna esperanza de cambio, y también un lugar donde los adultos pueden mirar y escuchar el lenguaje de un mundo que de otro modo les está vedado.


En una serie de television normal, habríamos llegado al momento de la moraleja. No es así en el Baltimore de Simon, donde una moraleja es ciertamente posible, pero donde también sufrimos una conmoción cuando un personaje que nos era simpático descerraja a un amigo un disparo a sangre fría, y lo asesina. Conmocionados, pero no sorprendidos. Porque el mundo de The Wire es una tumba llena de muertos vivientes. Unos pocos, tras dura lucha, encuentran la salida, pero no antes de sufrir las calles y el vasto motor de muerte que supone la burocracia más intrincada.

Incluso el Ayuntamiento es una tumba, como aprende el propio Tommy Carcetti: “Te sientas a comerte mierdas, todo el día, día tras día, año tras año”, le dice el alcalde saliente. Para un político en el Baltimore de David Simon, sólo hay algo peor que perder, y probablemente no necesito decirte lo que es.


The Wire sigue mejorando, y en mi mente ya ha dado el salto final de la gran televisión a la televisión clásica, el lugar donde, por ejemplo, están Los Soprano. Es la clase de ciclo dramático sobre el que la gente hablará y escribirá dentro de 25 años, y dado el estado actual de la nación, es una buena cosa esto. “Eso es” –dirán nuestros nietos- “No era todo Simon Cowell.”


No. También estuvieron Chris y Snoop. Su terrible pistola de clavos. Y las casas vacías convertidas en tumbas, permaneciendo como símbolos silenciosos de aquello en lo que nuestras ciudades se han convertido. The Wire es un logro asombroso.

 

Malas tierras

Malas tierras

La dirigió Terence Malick a principio de los 70, y ha alcanzado una cierta aureola mística, algo así como la concreción del sueño juvenil de huida y libertad. Realmente eso es lo que cuenta e intenta fabricar, pero se pierde en más de una ocasión por el esquematismo de los secundarios, el exceso de pose de Martin Sheen y un cierto absurdo rodeando al de Sissy Spacek. Además, un exceso de off –marca del cineasta- lastra en exceso el filme, que en más de una ocasión deviene excesivamente pedante y autoconsciente. Con todo, la poesía de algunas tomas en medio de la nada, la actuación de un Warren Oates cuyo papel es demasiado corto y la ambigüedad moral hacen que merezca la pena echarle un vistazo. Malick, nunca demasiado cuerdo, se pasó más de veinte años sin volver a filmar, y cuando lo hizo volvió con La delgada línea roja, película que no he visto y de la cual he leído opiniones que cubren todo el espectro. Como anécdota, el visionado casual del filme fue el punto de partida para que Springsteen grabara su álbum Nebraska, uno de los más celebrados a nivel crítico de su trayectoria y sin duda alguna el más tenebroso. La canción homónima relata en particular la historia real que da base a la película, los asesinatos indiscriminados perpetrados por Charles Starkweather y Caril Fugate en 1957. El argumento de Asesinos natos también procede de este asunto, aunque la película de Stone se queda muy cerca de lo deleznable.

Hombres honrados

No tengo perdón de Dios. Llevo cuatro años con el blog y nunca he colgado esto, seguramente mi escena favorita en toda la historia del cine. Bueno, más vale tarde que nunca. Para los no avisados, se trata del discurso de Marco Antonio a la plebe en el "Julio César" de Mankiewicz, grandiosa adaptación de la obra de Shakespeare. Dejo debajo la transcripción del discurso, y aquí hay una traducción al castellano. La situación es poco después del asesinato de César, apuñalado al pie de la estatua de Pompeyo por varios senadores a cuya cabeza estaban Casio y Bruto hijo adoptivo de César- y justo después de un discurso autojustificativo de este último, en el que presenta a su padre como un hombre ambicioso que aspiraba a convertirse en tirano. No hablo más, a disfrutar.

ANTONY
Friends, Romans, countrymen, lend me your ears;
I come to bury Caesar, not to praise him.
The evil that men do lives after them;
The good is oft interred with their bones;
So let it be with Caesar. The noble Brutus
Hath told you Caesar was ambitious:
If it were so, it was a grievous fault,
And grievously hath Caesar answer’d it.
Here, under leave of Brutus and the rest–
For Brutus is an honourable man;
So are they all, all honourable men–
Come I to speak in Caesar’s funeral.
He was my friend, faithful and just to me:
But Brutus says he was ambitious;
And Brutus is an honourable man.
He hath brought many captives home to Rome
Whose ransoms did the general coffers fill:
Did this in Caesar seem ambitious?
When that the poor have cried, Caesar hath wept:
Ambition should be made of sterner stuff:
Yet Brutus says he was ambitious;
And Brutus is an honourable man.
You all did see that on the Lupercal
I thrice presented him a kingly crown,
Which he did thrice refuse: was this ambition?
Yet Brutus says he was ambitious;
And, sure, he is an honourable man.
I speak not to disprove what Brutus spoke,
But here I am to speak what I do know.
You all did love him once, not without cause:
What cause withholds you then, to mourn for him?
O judgment! thou art fled to brutish beasts,
And men have lost their reason. Bear with me;
My heart is in the coffin there with Caesar,
And I must pause till it come back to me.

First Citizen
Methinks there is much reason in his sayings.

Second Citizen
If thou consider rightly of the matter,
Caesar has had great wrong.

Third Citizen
Has he, masters?
I fear there will a worse come in his place.

Fourth Citizen
Mark’d ye his words? He would not take the crown;
Therefore ’tis certain he was not ambitious.

First Citizen
If it be found so, some will dear abide it.

Second Citizen
Poor soul! his eyes are red as fire with weeping.

Third Citizen
There’s not a nobler man in Rome than Antony.

Fourth Citizen
Now mark him, he begins again to speak.

ANTONY
But yesterday the word of Caesar might
Have stood against the world; now lies he there.
And none so poor to do him reverence.
O masters, if I were disposed to stir
Your hearts and minds to mutiny and rage,
I should do Brutus wrong, and Cassius wrong,
Who, you all know, are honourable men:
I will not do them wrong; I rather choose
To wrong the dead, to wrong myself and you,
Than I will wrong such honourable men.
But here’s a parchment with the seal of Caesar;
I found it in his closet, ’tis his will:
Let but the commons hear this testament–
Which, pardon me, I do not mean to read–
And they would go and kiss dead Caesar’s wounds
And dip their napkins in his sacred blood,
Yea, beg a hair of him for memory,
And, dying, mention it within their wills,
Bequeathing it as a rich legacy
Unto their issue.

Fourth Citizen
We’ll hear the will: read it, Mark Antony.

All
The will, the will! we will hear Caesar’s will.

ANTONY
Have patience, gentle friends, I must not read it;
It is not meet you know how Caesar loved you.
You are not wood, you are not stones, but men;
And, being men, bearing the will of Caesar,
It will inflame you, it will make you mad:
‘Tis good you know not that you are his heirs;
For, if you should, O, what would come of it!

Fourth Citizen
Read the will; we’ll hear it, Antony;
You shall read us the will, Caesar’s will.

ANTONY
Will you be patient? will you stay awhile?
I have o’ershot myself to tell you of it:
I fear I wrong the honourable men
Whose daggers have stabb’d Caesar; I do fear it.

Fourth Citizen
They were traitors: honourable men!

All
The will! the testament!

Second Citizen
They were villains, murderers: the will! read the will.

ANTONY
You will compel me, then, to read the will?
Then make a ring about the corpse of Caesar,
And let me show you him that made the will.
Shall I descend? and will you give me leave?

Several Citizens
Come down.

Second Citizen
Descend.

Third Citizen
You shall have leave.

ANTONY comes down

Fourth Citizen
A ring; stand round.

First Citizen
Stand from the hearse, stand from the body.

Second Citizen
Room for Antony, most noble Antony.

ANTONY
Nay, press not so upon me; stand far off.

Several Citizens
Stand back; room; bear back.

ANTONY
If you have tears, prepare to shed them now.
You all do know this mantle: I remember
The first time ever Caesar put it on;
‘Twas on a summer’s evening, in his tent,
That day he overcame the Nervii:
Look, in this place ran Cassius’s dagger through:
See what a rent the envious Casca made:
Through this the well-beloved Brutus stabb’d;
And as he pluck’d his cursed steel away,
Mark how the blood of Caesar follow’d it,
As rushing out of doors, to be resolved
If Brutus so unkindly knock’d, or no;
For Brutus, as you know, was Caesar’s angel:
Judge, O you gods, how dearly Caesar loved him!
This was the most unkindest cut of all;
For when the noble Caesar saw him stab,
Ingratitude, more strong than traitors’ arms,
Quite vanquish’d him: then burst his mighty heart;
And, in his mantle muffling up his face,
Even at the base of Pompey’s statua,
Which all the while ran blood, great Caesar fell.
O, what a fall was there, my countrymen!
Then I, and you, and all of us fell down,
Whilst bloody treason flourish’d over us.
O, now you weep; and, I perceive, you feel
The dint of pity: these are gracious drops.
Kind souls, what, weep you when you but behold
Our Caesar’s vesture wounded? Look you here,
Here is himself, marr’d, as you see, with traitors.

First Citizen
O piteous spectacle!

Second Citizen
O noble Caesar!

Third Citizen
O woful day!

Fourth Citizen
O traitors, villains!

First Citizen
O most bloody sight!

Second Citizen
We will be revenged.

All
Revenge! About! Seek! Burn! Fire! Kill! Slay!
Let not a traitor live!

ANTONY
Stay, countrymen.

First Citizen
Peace there! hear the noble Antony.

Second Citizen
We’ll hear him, we’ll follow him, we’ll die with him.

ANTONY
Good friends, sweet friends, let me not stir you up
To such a sudden flood of mutiny.
They that have done this deed are honourable:
What private griefs they have, alas, I know not,
That made them do it: they are wise and honourable,
And will, no doubt, with reasons answer you.
I come not, friends, to steal away your hearts:
I am no orator, as Brutus is;
But, as you know me all, a plain blunt man,
That love my friend; and that they know full well
That gave me public leave to speak of him:
For I have neither wit, nor words, nor worth,
Action, nor utterance, nor the power of speech,
To stir men’s blood: I only speak right on;
I tell you that which you yourselves do know;
Show you sweet Caesar’s wounds, poor poor dumb mouths,
And bid them speak for me: but were I Brutus,
And Brutus Antony, there were an Antony
Would ruffle up your spirits and put a tongue
In every wound of Caesar that should move
The stones of Rome to rise and mutiny.

All
We’ll mutiny.

First Citizen
We’ll burn the house of Brutus.

Third Citizen
Away, then! come, seek the conspirators.

ANTONY
Yet hear me, countrymen; yet hear me speak.

All
Peace, ho! Hear Antony. Most noble Antony!

ANTONY
Why, friends, you go to do you know not what:
Wherein hath Caesar thus deserved your loves?
Alas, you know not: I must tell you then:
You have forgot the will I told you of.

All
Most true. The will! Let’s stay and hear the will.

ANTONY
Here is the will, and under Caesar’s seal.
To every Roman citizen he gives,
To every several man, seventy-five drachmas.

Second Citizen
Most noble Caesar! We’ll revenge his death.

Third Citizen
O royal Caesar!

ANTONY
Hear me with patience.

All
Peace, ho!

ANTONY
Moreover, he hath left you all his walks,
His private arbours and new-planted orchards,
On this side Tiber; he hath left them you,
And to your heirs for ever, common pleasures,
To walk abroad, and recreate yourselves.
Here was a Caesar! when comes such another?

First Citizen
Never, never. Come, away, away!
We’ll burn his body in the holy place,
And with the brands fire the traitors’ houses.
Take up the body.

Second Citizen
Go fetch fire.

Third Citizen
Pluck down benches.

Fourth Citizen
Pluck down forms, windows, any thing.

Exeunt Citizens with the body

Happy endings

Hoy robo. Magnífico texto de Boyero sobre los finales de algunas películas:

 Connery cantando su himno antes de ser despeñado del puente, ante la conmovida y orgullosa mirada de Caine en El hombre que pudo reinar. El jocoso e irrebatible "nadie es perfecto" de Con faldas y a lo loco. La despedida entre el Gordo y Eddie Felson, la negativa suicida de éste a pagar la lacerante deuda a su socio capitalista, la seguridad de que ya no es un perdedor aunque le espere el destierro y la ruina en El buscavidas. La puerta que se va cerrando y que deja sin causa y en definitiva soledad a Wayne en Centauros del desierto. Bacall despidiéndose del pianista, del brazo de Bogart y con Brennan llevándoles las maletas en Tener o no tener. La enloquecida Gloria Swanson bajando por las escaleras mientras que Stroheim grita "acción" en El crepúsculo de los dioses. El desolado Nino Manfredi diciéndole a José Isbert que nunca volverá a matar a un reo y éste respondiéndole con escepticismo: "Eso dije yo la primera vez" en El verdugo. Viridiana, su primo y la criada jugando a las cartas en Viridiana. Paco Rabal aceptando la manzana mientras que empiezan a sonar los tambores de Calanda en Nazarín. Diane Keaton observando el tributo de los soldados al marido que le ha mentido, al nuevo rey, en El Padrino. La mirada rota de Pacino, sentado en un jardín invernal, recordando con dolor, en la segunda parte de El Padrino. Cable Hogue, el superviviente a ese desierto en el que encontró agua milagrosa, aplastado por el primer coche que ha visto en su vida en La balada de Cable Hogue. El dolorido relato que le hace a su estupefacto marido Anjelica Huston, en una noche nevada, sobre el perdido y verdadero amor de su vida en Dublineses. El paseo de Pike Bishop y su banda hacia el baño de sangre propia y ajena, reclamando a su amigo y sabiendo que van a morir en Grupo salvaje. La transformación de la llorosa cara de Mia Farrow viendo bailar en la pantalla a Fred Astaire y Gingers Rogers en La rosa púrpura de El Cairo. El desesperado Brando persiguiendo por la calle a su último y asustado tren vital en Último tango en París. Romy Schneider pronunciando el temido "te amo" al apaleado Fabio Testi en Lo importante es amar. Y el más grandioso y lírico que se ha inventado el cine. Ocurre en un aeropuerto con niebla, en una ciudad llamada Casablanca.

Inolvidable

Inolvidable Anoche terminamos los Soprano. Está al nivel del Padrino, con lo que queda dicho todo.

Corriendo en el filo

Corriendo en el filo

Para excitar la curiosidad de algún profano que encontré el sábado por la noche, y para que los iniciados se refocilen en el recuerdo, dejo aquí el famoso test Voight-Kampff de Blade Runner. Para los primeros, recordar que se trata de una prueba para ver si el que contesta es un hombre o un robot (replicante, en el argot de la pinícula). Deckard es el testador, Rachel la testada, y Tyrrell el constructor de los replicantes.

 

[ Deckard ajusta la máquina de Voight Kampff ]

Deckard: Eso no afectará al test. Bien, le voy a hacer una serie de preguntas. Relájese y contéstelas lo más sencillamente que pueda. Es su cumpleaños y le regalan una cartera de piel...

Rachael: No la aceptaría. Y, además, denunciaría a la policía a la persona que me la regalara.

Deckard: Tiene un hijo. Éste le enseña su colección de mariposas y un frasco de arsénico.

Rachael: Le llevaría al médico.

Deckard: Está viendo la televisión. De repente, se da cuenta de que una avispa le sube por el brazo.

Rachael: La mataría.

Deckard: Está leyendo una revista y se encuentra con la fotografía de una mujer desnuda.

Rachael: ¿Este test es para saber si soy una replicante o una lesbiana?

Deckard: Conteste a las preguntas, por favor. Se la enseña usted a su marido y a éste le gusta tanto que la pone en la pared de su dormitorio. ¿Se enfadaría?

Rachael: No le dejaría.

Deckard: No le dejaría. ¿Por qué no?

Rachael: Debo ser suficiente para él.

[ El tiempo discurre en el despacho de Tyrell ]

Deckard: Una pregunta más. Está viendo una obra de teatro. Tiene lugar un banquete en el que los invitados se deleitan con un aperitivo de ostras vivas. El primer plato consiste en perro cocido.

[ La máquina de Voight Kampff emite una señal visual que sólo Deckard parece advertir ]

Tyrell: ¿Quiere usted salir un momento, Rachael? Gracias.

[ Rachael sale del despacho ]

Deckard: Ella es una replicante, ¿no es así?

Tyrell: Estoy impresionado. ¿Cuántas preguntas son las normales para detectar a uno?

Deckard: No le comprendo, Tyrell.

Tyrell: ¿Cuántas... preguntas?

Deckard: Veinte, treinta..., según el tipo.

Tyrell: Le ha costado más de cien con Rachael, ¿no es así?

Deckard: ¿Ella no lo sabe?

Tyrell: Está empezando a sospechar, creo.

Deckard: ¿Sospechar? ¿Cómo puede no saber lo que es?

Tyrell: El comercio es nuestro objetivo aquí, en la Tyrell. Y nuestro lema, «más humanos que los humanos». Rachael es un experimento, nada más. Empezamos a percibir en ellos extrañas obsesiones; después de todo, son inexpertos emocionalmente, con unos años para almacenar las experiencias que usted y yo damos por supuesto. Si les obsequiamos con un pasado, creamos un apoyo para sus emociones y, consecuentemente, podemos controlarlos mejor.

Deckard: Recuerdos, usted habla de recuerdos.

Una sorpresilla televisiva

Una sorpresilla televisiva

Anteanoche estaba viendo en el portátil uno de los capítulos de House que todavía no ha estrenado Foz, concretamente “One day one room”, el primero tras la resolución del asunto Tritter. Los episodios los veo en inglés con subtítulos en castellano, y de acuerdo con mis posibilidades, en las escenas no-médicas intento escuchar lo que dicen más que leer en la pantalla (las otras no se entienden ni en español). Pues estaba comenzando la historia, y aunque uno no se fije demasiado en ello, durante los primeros minutos salen un sinfín de títulos de crédito en los que uno no suele fijarse porque suele estar atento a la trama. Así que esta era la situación mientras se desarrollaba la primera discusión entre House y Cuddy, cuando de repente mi inconsciente registró algo extraño, chirriante, como si hubiera ocurrido algo absurdo. No sabía decir qué fue, pero el clac! en mi cerebro fue diáfano. Intrigado, rebobiné un poco, y en los títulos de crédito estaba la –para mí- incongruencia: Directed by Juan J. Campanella.

 

Para los que no lo conozcan, Juan José Campanella es el director de la trilogía urbano-sentimental de Argentina “El mismo amor, la misma lluvia”, “El hijo de la novia” y “Luna de Avellaneda”, tres buenas películas, alguna excelente, pero que en mi ordenamiento cerebral se encuentran a catorce mil kilómetros del Hospital Plainsboro y el genial cojo cabrón. Anonadado, me fui de cabeza al Imdb, a ver si es que se había dado la coincidencia de que hubiera otro director afincado en Hollywood cuyo apellido coincidiera. Pero no, ahí aparecía el director, orondo y calvete con su perilla, y acreditado el capítulo correspondiente, junto con otros de “Ley y orden”, “Six degrees”, “30 Rock” y “The Puncher”. Vivir para ver.

 

Sin embargo, y esto es lo bueno, el capítulo de House tenía la impronta del argentino. Era interesante, bastante emocional y con una estructura diferente a la mayoría de los capítulos de la serie. Muy recomendable.

Seis pelis inolvidables

 Últimamente ando con mi (escasa) creatividad al servicio del problema de levantamientos de que he hablado en un post anterior, lo cual repercute en mis apariciones en el blog –de hecho, está repercutiendo en mi sociabilidad exterior e interior mucho más de lo que quisiera-. Sin embargo, hoy se me ha venido a la cabeza que podía hacer una pequeña aportación a Internet, en forma de las respuestas estándar que uno puede dar a preguntas del tipo ¿qué película has visto hoy? y que he ido recopilando a lo largo de los años. Los que me conocen y estén leyendo esto seguro que ya tienen alguna respuesta en la cabeza ;)  He mirado en el Google a ver si alguien había escrito algo sobre el particular, y sólo he encontrado un artículo en la Frikipedia que por un lado es incomprensible, y por otro olvida algunas y ofrece unas nuevas que no están a la altura.  Ah, bueno, y otro motivo para ponerlas aquí es que no se me olviden, que el otro día intenté recordar las seis míticas y se me había olvidado una. Afortunadamente, la concentración y la ayuda inolvidable de Rosa me ha permitido recuperar la lista completa. Ahí va, a cual más estimulante: 

- Las lágrimas de un chorizo

- Dos pistolas para un manco

- Detrás del último no va nadie

- La patata viajera

- La bala que requetevolvió la esquina

- La maté con un mollete.

Etérea...

Etérea... Acabo de terminar de ver Sabrina, y como cada vez que contemplo a Audrey Hepburn, he pensado que el hecho de que ella haya podido desaparecer es una señal inequívoca de que este mundo está mal hecho.

La mejor peli de los últimos años?

La mejor peli de los últimos años?

El otro día estaba en Manresa charlando con un amigo, y la conversación derivó hacia el cine, como por otro lado es bastante habitual. De pronto, recordé como en otra charla previa, otro colega y yo habíamos coincidido de forma inmediata en que nuestra película favorita de los últimos 20 años era Memento (de la cual ya he hablado aquí hace tiempo). Mi interlocutor en ese momento me dijo que no estaba para nada de acuerdo, y que veía al menos dos que estaban por encima: LA Confidential y Sospechosos Habituales. Así que decidí hacer una micromacroencuesta vía SMS para conocer la opinión de bastantes amiguetes sobre el tema.

 

La verdad es que me sorprendió la elección de Pulp Fiction, no porque opine que sea mala (de hecho, me parece de lo más rompedor que he visto y, además, luego ha demostrado su brutal influencia en el cine posterior) sino por la unanimidad de mis amiguetes. La ventaja que le sacó a la segunda, El Señor de los Anillos –unos la votaron entera, otros sólo alguna parte- fue sustancial, y la distancia entre éstas y cualquiera de las demás también fue sideral. Quería poner la lista de las que recibieron al menos un voto o fueron mencionadas, pero creo que la he perdido.  Seguro estaban Solas, Esencia de mujer, Amélie, El paciente inglés, Requiem por un sueño, Dogville, Cyrano, Chasing Amy, Un lugar en el mundo, Sin perdón (esta tuvo varios votos), Fargo, La lista de Schindler, Matrix, Reservoir dogs, Bailando en la oscuridad, Gosford Park...

 

¿¿Alguna más??

  

Fuckin' wild bunch

Fuckin' wild bunch

Hacía alrededor de cinco años que no los veía, y hoy ha llegado el momento. Otra vez ese amanecer en el burdel, silencios y miradas. Y ese “Vamos a por él”, a rescatar al amigo torturado, su cuerpo exánime y sangrante. La convicción en los ojos de todos de que ese viaje era de no retorno, una lotería a vida o muerte sin boletos, asumida con la misma despreocupación con la que habían vivido. La despedida de esas putas que ya vieron la negrura en la mirada de los cuatro.

 

Dos insoportables minutos en que las cámaras les siguen bajo ese sol abrasador, en un pueblo anónimo, en una frontera que podría ser cualquiera. Toda la desolación del mundo está reflejada en la extraña apostura de estos caminantes decididos, representantes de un mundo que ya no existe, solos ellos con su libertad. Nunca vista tanta promesa de violencia como en esos fusiles sostenidos con aire desgarbado, pero firme; nunca salió tanto olor a matanza de una postal aparentemente tan pacífica.

 

Y lo más sorprendente es que cuando finalmente Pike, Dutch, Lyle y Tector llegan a la presencia de Mapache y ven delante de sí cómo su camarada es apuñalado cobardemente en la garganta, la orgía de sangre y muerte que se desencadena consigue superar la más siniestra de nuestras expectativas. Nada ahorra Peckinpah en estos cinco minutos para la historia del gran cine: ni el asesinato en masa, ni las mujeres usadas como escudos humanos, ni la agonía cruel de nuestros cuatro hombres, filmada con detalle escalofriante. Nadie ha retratado la violencia como él en ese final inolvidable: ese montaje frenético (cortesía también de Lou Lombardo) a las alturas de Marienbad o Memento, las subhistorias dentro de la propia masacre, la alternancia jamás igualada de cámara normal y lenta, la deconstrucción de la secuencia y consiguiente dilatación del tiempo fílmico hasta niveles inimaginables... Muchos lo han intentado después, pero el legado del maestro de Fresno continúa incólume. Como el recuerdo en mi cabeza de cuatro valientes.

 ¿Que no os creéis que sea para tanto? Pues echad un vistazo aquí.

This is Orson Welles speaking

This is Orson Welles speaking

Hacía mucho tiempo que quería saber cómo Orson Welles había sido capaz de rodar Ciudadano Kane (que a mí me parece LA obra cumbre del Arte del siglo XX, y nótese el artículo determinado) con 25 años. Quiero decir, cómo a esa edad, en que para la mayoría de las personas la vida aún está empezando, consiguió acumular tanto el bagaje técnico como vital para realizar una empresa de tamaña envergadura.

 

A tal efecto, saqué de la Biblioteca hace unos días una biografía del autor, obra de un tal Santos Zunzunegui, que se centra especialmente (aunque no siempre) en su forma de hacer cine. Aunque por momentos se vuelve demasiado teórico, el libro es muy interesante; lo estoy leyendo a salto de mata, de metro en metro, y hoy debo devolverlo, pero antes quería dejaros aquí algunas cosillas que figuran en él y que me han llamado bastante la atención.

 

Para empezar, dos pistas que nos aproximan a la solución al problema. Por una parte, el genio innato de Welles,  pues en el Madison Journal del 26 de Febrero de 1926 aparece la siguiente nota, referida al maestro de Kenosha “Dibujante, actor, poeta… y sólo tiene diez años”. Por otra, la especial formación que recibió, pues se educó en la Todd School, una institución donde se estimulaba desde el comienzo la creatividad de los chicos, y donde el teatro gozaba de un papel preponderante. Así pudo obtener los necesarios conocimentos de puesta en escena, actuación, escritura, etc., que luego aplicaría con sin igual fortuna. Consta que participó en su primera obra a los doce años (¡¡¡y ya colaboraba con un periódico!!!), dirigía un montaje shakesperiano a los quince, y a los veinte montaba un Macbeth con actores negros en Broadway que le ponía en el punto de mira de la vida cultural americana. Esto y su famosa retransmisión por radio de una supuesta invasión marciana, que aterrorizó al personal, le convirtieron en un personaje famoso, y todo influyó para que la RKO le diera prácticamente carta blanca para rodar su primera película. Ciudadano Kane.

 

Me ha resultado también muy interesante la descripción del encuentro de Welles con dos de los personajes clave de la cultura del siglo pasado, D.W. Griffith y Ernest Hemingway. Dejemos que el propio Welles cuente el primero:

 

Me encontré con Griffith una sola vez, y no fue un encuentro feliz. Fue en una cocktail party […] El cine, que él había virtualmente inventado, se había convertido en un producto […], y en la cadena sin fin de las mastodónticas fábricas cinematográficas no había sitio para él. Era un exiliado en su propia ciudad, un profeta sin honores, un artesano sin herramientas, un artista sin trabajo. No me extraña que me odiara. Yo, que nada sabía sobre el cine, había conseguido la mayor libertad jamás otorgada en un contrato de Hollywood. Era el contrato que él se merecía […]

 Estuvimos de pie mirándonos como a través de un abismo sin esperanza. Yo le amaba y le veneraba, pero él no necesitaba un discípulo, necesitaba un trabajo. Nunca he odiado realmente a Hollywood a no ser por el trato que dio a Griffith. Ninguna ciudad, ninguna industria, ninguna profesión ni forma de arte deben tanto a un solo hombre. Todo director que le ha seguido no ha hecho más que eso: seguirle. […] Pero fue más que un padre fundador y un pionero, pues sus obras perduran […] Las películas de Griffith están hoy mucho menos viejas de lo que estaban hace un cuarto de siglo, cuando fracasé tan rotundamente en expresarle lo que significaba para mí, para todos nosotros. He vuelto a fracasar ahora. Está más allá del tributo.”

 

El encuentro con Hemingway, sin embargo, fue incluso cómico. Cuando se encontraron, Welles debía rodar algo sobre texto del escritor, que como de costumbre estaba medio borracho. Como no se ponían de acuerdo, Hemingway llamó marica a Welles, y este le respondió haciéndole gestos afeminados. Con el material de Welles ya rodado sobre la guerra civil pasando al fondo, ambos se liaron en una pelea colosal, sillas en ristre. Al final, acabaron abrazados y bebiéndose otra botella de whisky a medias. Tremendo.

 

Y nada, como ya se está haciendo algo largo este post, os dejo con algunas brillantes opiniones de Welles que vienen al final del libro. Antes, sólo recomendaros que veáis sus películas. Aparte del Ciudadano, Sed de mal, El tercer hombre, El proceso, los Ambersons… Fue el número uno.

 

Un director ha de tener el rigor de tirar al cesto sus planos más hermosos. Muchas películas se estropean porque el director no soporta la idea de prescindir de algo que sólo es bello. Y esa no es una buena razón para conservarlo en la película. Hay que ser implacables con el propio material. Una película se hace tanto con lo que se tira como con lo que se queda.”

 

Creo que a la gente se le debería enseñar cualquier cosa excepto cine. Lo que a un estudiante de dirección debería enseñársele es tanta de nuestra cultura como fuera capaz de sintetizar. Síntesis, no especialización. A la hora de hacer un filme para el mundo actual, debemos empeñarnos en comprender de la mejor manera posible los avances humanos en los últimos veinte años. Me vuelvo loco pensando en las cosas que deberían enseñarse en vez de seminarios sobre Howard Hawks, Orson Welles o cualquier otro.”

 

Un maverick [solitario, esencialmente] puede seguir su propio camino, pero no piensa que sea el único, no pretende que sea el mejor-excepto para sí mismo. Y no imaginéis que este canalla bohemio pretende ser libre. Simplemente, algunas de las necesidades de las que soy esclavo son diferentes de las vuestras.

Como realizador, por ejemplo, me financio con mis trabajos de actor. Utilizo mi propio trabajo para subvencionar mi trabajo. En otras palabras, estoy loco. Pero no lo bastante loco para pretender ser libre. Es un hecho que muchos de los filmes que habéis visto no habrían podido hacerse de orto modo. O si se hubiesen hecho de otro modo quizás serían mejores. Pero no habrían sido míos.”

 

El público cinematográfico no existe. Está formado por doscientos bereberes del otro lado del Atlas. Por un grupo de intelectuales de la cinemateca de Atenas. Por setecientos burgueses que han votado por Nixon. Por una única persona que mira la televisión. El público no existe. Y mi fragmento de celuloide yo lo escribo para la posteridad, en la que habrá otras combinaciones de públicos que no se pueden prever. […] El público del cine es inimaginable; el sesenta por ciento, por ejemplo, no escuchará jamás nuestras palabras porque la película se doblará. Quizás diez millones la vean más tarde, cuando todos estemos muertos”. Son pobres, son ricos, son mayores, son jóvenes. No sabemos lo que es el público del cine, y no podemos hacer, por tanto, más que aquello en lo que creemos.”

Happy ending

He visto esta mañana un curioso post de Lola en el cual os invita a decir pelis de las cuales borraríais los últimos cinco minutos, pues la estropean. A mí se me ha ocurrido el problema inverso, en cierto modo: buscar películas cuya última frase sea inolvidable. Alguien se anima? Aquí dejo unas pocas, las que se me han ocurrido…

 

-         Nadie es perfecto (Con faldas y a los loco).

 

-         No me salía la cuenta (La muerte tenía un precio).

 

-         Francamente, querida, me importa un bledo (Lo que el viento se llevó).

 

-         Queda detenido en nombre de la Ley (M, el vampiro de Düsseldorf).

 

-         Me tomaré una copa (Los Intocables de Elliot Ness)

 

-         Tiene que convencerles de que sólo ha sido un juego (La huella)

 

-         Me queda una cosa que me llevo. Cuando entre en el casa de Dios brillará intensamente mientras diga mi adiós. Algo que, inmaculado, meteré en un arrullo y me llevaré para siempre. Y es… mi orgullo (Cyrano de Bergerac).

 

-         Esto es el comienzo de una bella amistad (Casablanca).

 

-         Señor Rusk, no lleva usted corbata (Frenesí).

 

-         Y así… desaparece (Sospechosos habituales).

 


     -      Hemingway dijo una vez: el mundo es un buen lugar por el que merece la pena luchar. Estoy de acuerdo con lo segundo (Seven).

Esperando...

Esperando...

Todos los clientes se han ido. Las luces del local están

apagadas.

Rick está sentado a una mesa. Tiene enfrente una botella de

bourbon y un vaso medio lleno. De igual modo hay otro vaso

vacío frente a una silla también vacía.

Llena el vaso y se lo bebe de un trago.

Rick se limita a estar sentado, sin mirar a ninguna parte.

Su rostro no muestra la más mínima expresión. La luz del

faro del aeropuerto barre continuamente el salón, lo que

crea una sensación de ambiente irreal.

Sam entra en el salón y se queda de pie junto a él, sin

atreverse a hablar.

SAM

Jefe.

Rick sigue bebiendo, sin hacerle caso.

SAM

¡Jefe!

RICK

¿Qué?

SAM

¿No se va a la cama?

RICK

No, ahora no.

Sam se da cuenta de que Rick está de muy mal humor.

SAM

(con intención de animarle)

¿Y no piensa hacerlo en un futuro

próximo?

RICK

No.

SAM

¿No piensa acostarse nunca?

RICK

No.

SAM

Pues yo tampoco tengo sueño.

RICK

Ven, anda, echa un trago.

SAM

No. No quiero, vámonos.

RICK

Bien, pues quédate sin echar un

trago.

SAM

Jefe, tiene que salir de aquí.

RICK

(enfático)

No, señor. Estoy esperando a una

dama.

SAM

(muy serio)

Vámonos, jefe. No debe meterse en

líos.

RICK

Ella va a venir. Sé que va a venir.

SAM

Podemos coger el coche, irnos a la

aventura. Emborracharnos. Ir de

pesca hasta que ella se haya ido.

RICK

cállate y vete a casa, ¿quieres?

SAM

(obstinado)

No, señor. Yo me quedo aquí.

Sam se sienta al piano y empieza a improvisar un tema lento.

RICK

Se llevan a Ugarte y aparece ella.

Unos van y otros vienen. ¿Sam?

SAM

¿Sí, jefe?

RICK

Sam, si es diciembre de 1941 aquí

en Casablanca, ¿qué hora es allí

en Nueva York?

SAM

Eh, se me paró el reloj.

RICK

Deben de dormir en Nueva York.

Deben de dormir en toda América.

De repente da un puñetazo en la mesa y entierra la cabeza en

los brazos. Al momento la levanta y procura controlarse.

RICK

De todos los tugurios de todas la

ciudades del mundo, tuvo que venir

justo al mío.

Se coge la cabeza con la mano.

RICK

¿Qué estás tocando?

SAM

Una canción que he compuesto.

RICK

Para. Ya sabes lo que quiero

escuchar.

SAM

No lo sé.

RICK

La tocaste para ella, tócala para

mí.

SAM

Bueno, es que no la recuerdo.

RICK

Si ella la resistió yo también.

¡Tócala!

SAM

Sí jefe.

Sam empieza a tocar "El tiempo pasará"

Tres en uno

Tres en uno

Me voy a Sevilla a una boda en breve, pero antes os dejo tres recomendaciones de pelis que vi la semana pasada y que me gustaron mucho:

 -Una historia de violencia. Cine negro de clase suprema pasado por el tamiz estilizado y carnal de Cronenberg.

 - Cinco condiciones. Lars von Trier sometiendo a su admirado Jorgen Leth a un juego fáustico donde una gran parte de los niveles conceptuales y técnicos del cine son analizados, subvertidos y, en ocasiones, deconstruidos. Ojo al corto que es el origen del debate.

 - Batman begins. Aproximación negrísima a los orígenes del superhéroe, con una mirada notablemente adulta. Nolan vuelve a erigirse en el demiurgo de la neurosis en esta revisión del comic que debe tanto a Frank Miller como a la herencia del noir. Casting espectacular.

Vaya críticos

Vaya críticos

Ayer ponía Garci Memento, volví a ver la película y trasnoché bien trasnochado a ver si decían algo interesante en el coloquio. No sólo me decepcionó, sino que todavía me dura el cabreo. Estaban de contertulios Giménez Rico, Torres Dulce y Oti Rguez. Marchante. El último era el único que se notaba que había visto la peli las veces que hacen falta para entenderla completamente (seis o siete); para Torres Dulce, según propia confesión, era la tercera, y esperaba enterarse más que las dos anteriores; y para Giménez, era una película "curiosa" con una buena atmósfera y poco más. Los comentarios elogiosos, excepto los de Oti, se limitaban a decir que era buen cine negro (de los múltiples niveles en que se lee el filme, supongo que el más accesible a esta gente), el montaje sensacional y otros alardes de índole técnica, que parecían impresionar mucho esencialmente a Garci. Entre los peros, hubo uno que me repateó especialmente: decían que si ordenas la película se convierte en una historia vulgar, sin darse cuenta de que la esencia de la película es precisamente la deconstrucción del tiempo fílmico desde el triple punto de vista del protagonista, el director y el espectador. Y también pusieron mucho énfasis en la artificiosidad de muchas cosas, cuando es una película en la que todo tiene sentido: el blanco y negro relatando lo que está en la mente de Leonard y lo que vemos en sentido cronológico; la primera escena marcha atrás como indicación de lo que va a ocurrir; ni mención a la maravillosa escena en que se colorea tanto la foto como la mano, y que representa el nexo de unión temporal entre ambas porciones de la película. Y no mencionaron, ni por supuesto trataron de explicar -porque los pasaron por alto- los aparentes desajustes narrativos respecto a la naturaleza de la enfermedad de Leonard, ni los sutiles cambio de punto de vista, ni el extraordinario monólogo interior final, que lo explica prácticamente todo cuando uno conoce ya bien los resortes de Nolan, ni, en fin, el hecho de que es una película construida sobre lo que no vemos, en un doble nivel: primero, la historia que aparece pero de la que nosotros sólo conocemos lo equivalente a Leonard, y la subyacente de detrás, abierta en un principio a interpretaciones, pero con solución prácticamente única.

 

En fin, demasiada película para gente que esencialmente se quedó en los 70, ya que de hecho acabaron hablando de Marienbad, que por cierto es lo contrario de Memento. Marienbad es el azar, Memento es el determinismo del modo más férreo que haya concebido el cine, la soldadura perfecta a nivel cinematográfico, narrativo, conceptual y visual, como nunca antes se haya visto. Casi lo único que acertaron sin saberlo, fue hablando del cine experimental: Giménez Rico dijo que normalmente este tipo de alardes sorprenden y luego se olvidan (supongo que pensará que sus películas sí que van a sobrevivir para la posteridad XD), excepto cosas tipo Ciudadano Kane. Yo apuesto a que las generaciones futuras verán Memento como el Ciudadano Kane de los últimos 25 años.

Un test de cine

El test este me ha venido a través de mis queridísimos hermanos libreriles. Hace poco rellené uno parecido en el blog de Cora, pero este es un poco más completo. Por cierto, X., gracias por Götterdammerung y tal.

Ahí voy:

Número de películas: Supongo que esto se refiere al número de las que tengo. No soy mucho de tener pelis para siempre, sino que con contadas excepciones las borro. Entre mi despacho y casa de mis padres habrá unas 30 o 40 availables.
Última comprada: Pues no sé si alguna vez he comprado alguna película, pero la última que he conseguido ha sido “Adaptation”, me estoy preparando un miniciclo Charlie Kaufman.
Última que vi: “Perdición” de Billy Wilder, hace dos o tres días. Magnífica.
Una idea potencialmente buena pero mal llevada a la pantalla: Creo que en este sentido “El paciente inglés” es paradigmática para mí. También “Spiderman”.
Próxima que voy a ver: “Deseando amar” y “En compañía de lobos” llevan algún tiempo esperándome, pero seguramente la próxima en caer será “Cómo ser John Malkovich”. En el cine llevo tiempo intentando ver “Primer”, pero me parece que no se me va a lograr.
5 pelis que veo un montón o que tienen un significado para mí: “Doce hombres sin piedad”, la película que más veces he visto (quizá unas 50), apoteosis de la dialéctica; “La huella”, maravilla de las maravillas sobre el Juego; “Cyrano”, mi adolescencia está ahí; “Memento”, la perfección absoluta en el cine y trascendiendo fuera de él; y por último, licencia poética, “Regreso a la escuela”, película malísima que sin embargo me ha acompañado durante toda mi vida.
Instrucciones:1) Tome el libro más cercano.2) Ábralo por la página 23.3) Busque la quinta oración.4) Postéela en su blog junto con estas instrucciones:
"In a special case nullification with respect to a finite space W does commute with linear homotopy colimits”.

Octálogo

Octálogo Ya que ha salido el tema de la lucha en el post anterior, no está de más recordar las reglas, ya clásicas:

La primera regla del Club de la Lucha es: Nadie hablará sobre el Club de la Lucha.

La Segunda regla del Club de la Lucha es: Ningún miembro del Club de la Lucha hablará sobre el Club de la Lucha.

La tercera regla es: La pelea termina cuando uno de los contendientes grita "alto", pierde la vertical o hace una señal

La cuarta: Sólo dos personas por pelea.

La quinta: Sólo una pelea a la vez.

Sexta: Sin camisa ni zapatos

Septima: Las peleas durarán todo el tiempo que sea necesario.

Y la octava y ultima regla es: Si esta es tu primera noche en El Club de la lucha... entonces TIENES QUE PELEAR!!!