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El musolari errante

1/ 2 despedida con los míos

Bueno, amigos y vecinos, comunicarles que me voy a Birmingham el domingo, y que es casi seguro (no del todo) que esté blogueramente inactivo hasta mediados de Agosto. Que ustedes lo pasen bien. Les dejo con un post inacabado que escribí hace tiempo y he encontrado por ahí.

 

El otro día viví un momento bastante grandioso en la soledad de mi despacho. Hay una canción de mi admirado Morrissey que se llama “The never played symphonies,” por la cual sentí de repente esa clase de necesidad perentoria que obliga a escucharla, el must inglés, el müssen alemán. Es un tema reciente, no tiene más de tres años, y tampoco es muy conocido ni demasiado fácil de obtener legalmente, por cuanto salió como cara B de un single (varias joyas ha publicado Mozzer, sobrado, en estas circunstancias), pero es una de las escasisímas canciones que me entusiasmaron desde la primera escucha, las notas lánguidas que preceden a la frase que inmediatamente ubica el tema de la letra: “Reflexionando desde mi lecho de muerte…” Porque es eso, la recopilación de una vida mirando hacia atrás, preñada de amor y nostalgia, llena de sentimientos y recuerdos hacia aquellos que fueron protagonistas. Y conociendo la capacidad de empatía del inglés, basta sumergirse ligeramente en la dulce melodía para que sea tu propia existencia, tus memorias y tu gente la que comienzan a desfilar delante de tus ojos. Escasamente había visto personificaciones de esto, ahora recuerdo el último capítulo de Yo Claudio.

 

Era esa la sensación que buscaba cuando puse el nombre en youtube, el mejor arcón de estos tiempos cuando se trata de escuchar inmediatamente algo que no tengas a mano. Y cuando la pantalla cambió y vi la foto que ponía cara al video pertinente, lo primero que pensé fue que había sufrido un momento dislexia, situación no demasiado infrecuente. En efecto, el rostro que mostraba la pantalla era el del ínclito doctor House, cuyas vicisitudes tanto he seguido en este último año, y cuya compleja personalidad tanto me fascina; de hecho, han sido bastantes las veces que he puesto su nombre en el propio tubo, bien para buscar alguna escena en concreto, bien para disfrutar con los sensacionales montajes de los fans. Por tanto, no era extraño que me hubiese equivocado y hubiera tecleado una cosa en vez de otra.

 

Pero no. Tras la sorpresa inicial y el parpadeo consiguiente, vi lo que había escrito y era correcto. ¿Qué pintaba entonces el gran Greg en todo esto? Claramente había que pinchar para salir de dudas. Y sí, salió la duda a la vez que llegaron la estupefacción, la admiración y el agradecimiento. Alguien había ensamblado dos de mi más intensas pasiones, que siempre se habían situado en lugares muy alejados de mi cerebro. Nunca hubiera asociado la melancolía del de Manchester con la acidez y la misantropía del gran médico...

 

1 comentario

Lola -

jajaja, pues al hijo de eso (bueno... salvando las distancias), escuché hace unos días Tiovivo del Ramiro justo cuando pasaba por Casariche :P

Que lo pases genial por allí! p-localiza, p-localiza...!