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El musolari errante

Two faces

Two faces

Era hermoso, fuerte, inteligente; le encantaban la música y la literatura, aristócrata, rico… parecía que el joven Edward Mordrake tenía todo lo que la juventud y la divinidad podrían conceder a un hombre. Sin embargo, su peripecia vital fue de las más terribles y perturbadoras que haya vivido persona alguna.

 

El pobre Edward había nacido con un gemelo, que poseía como él un bello rostro y un cerebro afilado; pero a diferencia de su hermano, era malvado, siniestro y cruel, y nada le hacía más feliz que la desgracia del otro. No podía hablar, pero su risa malévola llenaba su rostro en una mueca inhumana cada vez que su hermano se desmoronaba, preso de una infelicidad y una amargura cada vez más insoportables. Parece ser que este mellizo diabólico, cuyo nombre se ha llevado la Historia, envenenaba cada noche del dulce Edward, impidiéndole dormir mientras le susurraba maldades que parecían reveladas en el mismo infierno. Al final, cuando nuestro joven protagonista no resistió más, dio muerte a su hermano y a sí mismo, no sin antes rogar en una misiva postrera que los restos del otro fueran destruidos, pues en caso contrario le perseguirían hasta en la tumba.

 

Nada tendría de especial esta historia si no fuera por un detalle: Edward y su hermano compartían el mismo cuerpo, que manejaba el primero, pero cada uno poseía su propia cara, una a cada lado de la cabeza. El horror que se desprende de la situación es descomunal, máxime teniendo en cuenta que su base real parece establecida. A quienes les parezca inverosímil, que echen un vistazo a este video. Es del tipo de cosas que está bien saber para no sorprenderse, pero en las que también es conveniente no pensar demasiado.

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