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El musolari errante

Preguntas sobre el desarrollo sostenible

Hace unos días leí un artículo que me llamó mucho la atención sobre ecologismo. No sé si estoy muy de acuerdo con él, pero hubo un párrafo que me sorprendió por su inteligencia. Os lo dejo aquí, y cuando pueda (ahora no tengo tiempo) lo comentaré.

"De otra parte, si hablamos de ese fetiche del movimiento ecologista que la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, patrocinada por la ONU, definió en el llamado informe Brundtland de 1987 como aquel «que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades»; si hablamos, en suma, de desarrollo sostenible, veremos que todavía hoy no se ha dado cumplida respuesta a muchas preguntas como las siguientes: ¿quién define nuestras necesidades y en virtud de qué criterio y autoridad? ¿Cuáles de estas necesidades hemos o no de satisfacer? ¿Cuáles de estas necesidades hemos de garantizar o no a las generaciones futuras? ¿Por cuántas generaciones futuras hemos de sacrificar nuestras necesidades? ¿Quién conoce las necesidades de las generaciones futuras por las que nos hemos de sacrificar? ¿Se nos puede obligar a sacrificar una parte de nuestras necesidades presentes y de nuestro bienestar actual? Con razón decía John Rawls que «la simple ubicación temporal, o la distancia del presente, no son razones para preferir un momento a otro»." 

El artículo completo está aquí, y la verdad, es de un talibán que da miedo. Pero este párrafo merece la pena destacarse, sin duda.

2 comentarios

VicToR -

Podríamos decir que todas las personas tenemos en común dos ojos, y omitiríamos así impunemente a tuertos y ciegos. De la misma manera no afirmaré que el género humano tiende a guiarse por el propio interés, pues hay quienes conocen que las limosnas sólo sirven para lustrar la propia conciencia. Pero lo innegable es que los países que llaman desarrollados son magistralmente gobernados en base a ficciones como dinero, religiones, medallas, calificaciones, etc. que logran milagrosamente hacer prevalecer la necesidad de levantarnos cada mañana para ir a trabajar sobre nuestras apetencias personales. El truco es tan simple como meritoriamente eficaz: cada individuo no tiene más que perseguir una zanahoria que pende frente a su cara, atada a un palo que inadvertidamente porta a su espalda. No estamos acostumbrados a mirar tras esas zanahorias motivadoras, pero si al hacerlo ves un destino gratificante, acabas yendo contento a trabajar o te portas bien sin tener que estar eludiendo el Infierno o ganándote el Cielo. Cuando tras una zanahoria ves un futuro preocupante la cosa cambia, porque nadie, salvo el ciego perfecto o algún que otro tuerto, sabe colocar zanahorias que apunten a bellos proyectos intergeneracionales. Con mis dos ojos - como los que tenemos la mayoría - puedo ver con asombrosa nitidez que puede que nuestros vástagos vivan mal, pero esta zanahoria me la como YO.

Alberto -

Pues la verdad, yo estoy bastante de acuerdo con buena parte del artículo. Y lo de las necesidades es un asunto espinoso.