Sencillamente canciones (II)
Sigamos con las songuitas. Me gusta esto, aunque hoy es un poco tarde, y como decía Serrat, ha sido un gran día.
7. Desenchantée. Otra canción de baile, aunque creo recordar que la original no lo era. Y también con tendencias progressive, aunque menos puras que la anterior. Yo pensaba que era una canción personal, pero luego leí la letra y en ella Kate Ryan se refiere al desencanto de una generación. Y la protagonista lanza un desesperado SOS “Todo es caos a mi alrededor, mis ideales hundidos, sólo busco un alma que pueda ayudarme!!!”. Y los sintetizadores marcando una melodía repetitiva y desasosegante. Mi mayor recuerdo de esta canción está unido a una noche de juerga en Lloret, cuando retuve la melodía pero no la letra, y desée con todas mis fuerzas haber tenido a mi alrededor a la gente apropiada para disfrutarla. No era así.
8. The blower’s daughter. Segunda y última aparición de Damien Rice aquí. Seguramente la canción que más tiempo lleva globalmente en el lápiz, y de las pocas que salieron, breve tiempo, para volver a entrar. Para quien no la conozca, es la que abre y cierra Closer, una película que sin ser buena como tal, merece la pena por lo adulto y real de lo que propone; pocas veces una canción encajó tanto con un filme. He leído las interpretaciones más variopintas de este tema, incluso conectadas con leyendas celtas, pero la que más me creo y más me gusta es, sencillamente, que Damien se enamoró de la hija de su profesor de flauta cuando era niño, y retuvo el recuerdo para siempre. Quizá es la canción de todo el mundo que más me altera cuando la escucho, significa demasiado para mí como para que pueda hacerlo con tranquilidad.
9. Jungleland. Me referí a ella hace unos pocos posts, cuando la descubrí en directo en youtube. Como ya dije allí, me parece la mejor canción jamás compuesta por nadie, con ligera diferencia sobre Stairway y la rapsodia bohemia. Tomando como punto de partida un enfrentamiento entre bandas, Springsteen desarrolla una larguísima letra donde poco a poco la historia se va abriendo, como círculos concéntricos, con toques ambientales, simbólicos y filosóficos, de ambición inusitada para un simple tema. No parece exagerado decir que los gritos finales de Bruce son la expresión máxima de la mística del rock, agotados ya los temas del amor y la muerte. Musicalmente, la canción es casi una sinfonía: comienza con el sutil violín de Suki Lahav ambientado unas frases de piano de Roy Bittan que anticipan el Romeo and Juliet de los Dire con un toque marcadamente naïf. La primera estrofa, contenida, se cierra con los primeros golpes batería que introducen un ritmo marcadamente rockero; un crescendo contenido, con un par de highlights, que puntea el solo de guitarra de Stevie. Cuando concluye esa primera parte, entra el esplendor indescriptible del saxo del Big Man, con tres minutos estremecedores de virtuosismo sin par, a través de la cual evoluciona el tema de lo concreto a lo abstracto, de la alegría al sufrimiento, de la eficacia a la grandeza... moviéndose en las fronteras del jazz. Acabado el inolvidable solo, de nuevo levísimo teclado para enmarcar la voz lejana que nos habla de consumación. Y para rematar, subida descomunal, irrepetible, con los seis bramidos del Boss que son ya historia de la música. Un Presto para terminar. Como la Heroica.
10. Crawling. Linkin Park a la palestra. Poco puedo decir de ellos, salvo que es un grupo en el que me gustaría introducirme porque están llenos de energía. Me encanta ese organito que de repente es perturbado por auténticos alaridos que nos llevan a los momentos más desquiciados del pobre Kurt. Y en el medio, estrofas donde se entremezclan el tono cansino de Thom Yorke, la cualidad descarnada de la voz de Eddie Vedder y guiños hiphoperos. Un estupendo cóctel con el que creo me emborracharé más de una vez los próximos meses.
4 comentarios
Cluje -
cobrita -
Lola -
insecto -
Ah, y comparto lo que sientes al escuchar The blowers daughter, pero ahora estoy, si cabe, más flipada con Le professeur et la fille danse