El decálogo del agente de homicidios, según David Simon
Las diez reglas que regulan los casos de homicidio:
- Todo el mundo miente. Los asesinos lo hacen porque tienen que hacerlo; los testigos porque piensan que tienen que hacerlo: y los demás, por el puro placer de mentir, y también para cumplir el principio general de no dar buena información a un policía bajo ninguna circunstancia.
- La victima muere una vez, pero a la escena del crimen pueden asesinarla mil veces.
- Las primeras diez o doce horas que siguen a un asesinato determinan en gran parte el éxito de la investigación.
- Un hombre inocente abandonado en una sala de interrogatorios permanecería despierto, frotándose los ojos, mirando nervioso el cubículo y rascándose sin parar en los lugares más insospechados. Un culpable duerme como un tronco.
- Es bueno ser bueno; pero tener suerte es mejor.
- Después de un asalto, si identificamos rápidamente al sospechoso, la víctima vivirá. Pero si no hay sospechoso sin identificar, la víctima morirá sin duda alguna.
- Primero son rojas, luego verdes y finalmente negras (las letras en las que están descritos los casos: primero pendiente, segundo en busca y captura, tercero resuelto).
- Cuando no haya sospechosos, la oficina forense no encontrará ningún tipo de evidencia. Si en cambio hay un caso claro con sospechoso y dos testigos oculares, el laboratorio te dará huellas dactilares, restos de fibras del asesino, muestras de su ADN, balas que encajan con su revólver y todo lo que haga falta.
- Para un jurado, cualquier duda es razonable; cuanto mejor es el caso presentado, peor es el jurado que lo juzga; y si un buen hombre es difícil de encontrar, reunir doce en el mismo lugar a la misma hora es un milagro.
- Existe eso que se llama crimen perfecto. Siempre ha existido, y tratar de demostrar lo contrario sólo prueba la ingenuidad del que lo intenta. Probablemente, un desgraciado que ignora desde la Regla 1 hasta la Regla 9.
2 comentarios
Rorschach -
Miquel -
Un saludo.