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El musolari errante

De sextinas

El otro día le escribía a alguien un correo electrónico que consistía esencialmente en un ruego para hacer algo y también en una descripción elogiosa de una cierta situación. Como siempre me gusta poner cosillas chulas en el topic (por lo menos, para que el destinatario sienta cierta curiosidad a la hora de leerlo) se me vino a la cabeza un poema de Jaime Gil [ya conocido para los que frecuentan este blog] que se llama “Apología y petición”. Muy adecuado ¿verdad? Y ya puestos, lo busqué para releerlo porque no me acordaba exactamente de cuál era, a Jaime también le gustaba poner títulos hermosos cuya relación con el contenido podía ser puramente tangencial.

 

Lo encontré rápido, pues la Red es una mina para los amantes de la poesía. Y como siempre que lo releo, sentí una especial fascinación por la estrofa en la que está escrita, la “sextina”. Nunca había leído ninguna otra, pero la estructura que se inducía de este ejemplo me parece tan arbitraria, tan rígida y fascinante, que no pude evitar ponerme a buscar información sobre ella.

 

La sextina consta de 39 versos endecasílabos, aunque parece ser que hay ejemplos con otras medidas, siempre de arte mayor. Se agrupan dichos versos en seis grupos de seis, dejando tres para el final, el remate. Y aquí viene la castaña. Ahora se eligen seis palabras, de modo que a) cada verso de cada miniestrofa de seis es terminado por una de las palabras, b) si numeramos los versos de cada miniestrofa del uno al seis, cada palabra aparece en seis versos que tienen todos número de orden diferente; por ejemplo, aparecerá en el tercer verso de la primera mini, cuarto de la segunda, sexto de la tercera, etc., y además siguiendo un esquema fijo; dicho de otro modo, ABCDEFFAEBDCCFDABEECBFADDEACFBBDFECA c) en el terceto final, aparecen dos de las palabras en cada verso.

 

Todo muy raro, verdad? Pues más extraña es todavía la impresión al leerla, esa sensación de rima vanishing y la necesidad de expresar seis ideas diferentes con mimbres tan similares. Parece ser que entre los grandes sextineros que en el mundo ha habido han destacado Petrarca, Ezra Pound, Camoes y Brossa. Sin embargo, os dejo aquí la primera que se compuso, obra de un trovador llamado Arnaut Daniel. Es provenzal, y aunque no se entiende ni papa (o al menos, YO no entiendo casi nada) si que hay palabras que accionan neuronas de significación y dan extraños sabores al poema. Si alguien no puede resistir y necesita el significado, aquí está traducida al inglés, así como todos los poemas del gran hombre.

 

Lo ferm voler qu'el cor m'intra
no'm pot ges becs escoissendre ni ongla
de lauzengier qui pert per mal dir s'arma;
e pus no l'aus batr'ab ram ni verja,
sivals a frau, lai on non aurai oncle,
jauzirai joi, en vergier o dins cambra.

 

Quan mi sove de la cambra
on a mon dan sai que nulhs om non intra
-ans me son tug plus que fraire ni oncle-
non ai membre no'm fremisca, neis l'ongla,
aissi cum fai l'enfas devant la verja:
tal paor ai no'l sia prop de l'arma.

 

Del cor li fos, non de l'arma,
e cossentis m'a celat dins sa cambra,
que plus mi nafra'l cor que colp de verja
qu'ar lo sieus sers lai ont ilh es non intra:
de lieis serai aisi cum carn e ongla
e non creirai castic d'amic ni d'oncle.

 

Anc la seror de mon oncle
non amei plus ni tan, per aquest'arma,
qu'aitan vezis cum es lo detz de l'ongla,
s'a lieis plagues, volgr'esser de sa cambra:
de me pot far l'amors qu'ins el cor m'intra
miels a son vol c'om fortz de frevol verja.

 

Pus floric la seca verja
ni de n'Adam foron nebot e oncle
tan fin'amors cum selha qu'el cor m'intra
non cug fos anc en cors no neis en arma:
on qu'eu estei, fors en plan o dins cambra,
mos cors no's part de lieis tan cum ten l'ongla.

 

Aissi s'empren e s'enongla
mos cors en lieis cum l'escors'en la verja,
qu'ilh m'es de joi tors e palais e cambra;
e non am tan paren, fraire ni oncle,
qu'en Paradis n'aura doble joi m'arma,
si ja nulhs hom per ben amar lai intra.

 

Arnaut tramet son chantar d'ongl'e d'oncle
a Grant Desiei, qui de sa verj'a l'arma,
son cledisat qu'apres dins cambra intra.

4 comentarios

Fernando Ortiz -

LA VIDA
(Sextina)

¿Dónde encontrarlas cuando faltan fuerzas?
Al decir de los sabios, dentro de uno.
Allí se encuentra el pozo nunca seco.
Allí puedes beber cualquier instante
el agua que da fuerza y que da vida.
Mas como no soy sabio, dudo un poco.

Por mi gran ignorancia y saber poco,
dudo de ese obtener mágicas fuerzas.
Quizá porque prosaica fue mi vida
y muy místico no debe de ser uno.
Si me acerco a la fuente y un instante
no mana agua, mi labio queda seco.

Uno se siente cada vez más seco,
además de saberle todo a poco.
Se disipó el encanto y el instante
cuando no escatimábamos las fuerzas,
pues en verdad sobrábanles a uno.
Mas vino el día en que cambió la vida.

No era ahora una broma ya la vida
ni un divertimiento, mas sí un seco
cansancio, que agotaba uno a uno
nuestros fieles afanes. Poco a poco,
pensamos en aquellas nuestras fuerzas
como pertenecientes a otro instante.

Lejano parecía aquel instante
que regalaba en nuestras venas vida.
¿En dónde están ahora esas las fuerzas
que han hecho de la vida un árbol seco,
menguado, enfermo y de aliento poco,
tan escaso que no sostiene a uno?

Habrá que erguirse como pueda uno
y aguantar a pie firme este instante.
Habrá que hacer un mucho de lo poco.
Dignamente enfrentar la escasa vida.
Lo que fuera maduro es hoy seco.
Para engañarse ya no existen fuerzas.

Adiós, ay fuerzas que me hicisteis uno,
maduro y luego seco en un instante.
Al fin la vida sabe siempre a poco.




LLAVE DE NIEBLA



Nunca sabremos nada sobre el tiempo.
Ya cobija la cuna en suave sombra,
ya con su sombra oscura cubre al hombre.
Quizás acerca de esto las palabras
poco puedan decir. ¿Dónde la llave
de niebla que entreabría la mañana?

Era entonces eterno ese mañana
y ni siquiera preocupaba el tiempo
a quien creía poseer la llave
para abrirnos las puertas de la sombra.
—Nada nos preocupaban las palabras,
propias de la miseria de los hombres—.

¿Mas por qué esa miseria que a los hombres
disuade de esperar en el mañana?
¿Y esa desconfianza en las palabras
mayor aún cuanto menor el tiempo
de gozar de las luces y las sombras
antes que nos encierren bajo llave?

He intentado saber cuál es la llave

que nos descubra que por qué los hombres
se resignan al reino de la sombra
antes de que se extinga su mañana.
Años hace pensé: cuestión de tiempo;
cuestión de libros, años y palabras.

Algo sé ya de cierto. Con palabras
nadie nunca logró forjar la llave
que permitiera traspasar el tiempo.
Así, de nada sirve para el hombre
ni la promesa de un feliz mañana
ni la amenaza de la eterna sombra.

Mas todos fuimos dioses. Suaves sombras
nos cobijaron. Cálidas palabras
iluminando siempre la mañana.
En nuestra mano siempre aquella llave
que detenía el paso de los hombres
y penetraba el corazón del tiempo.

Ya sé que el tiempo huye como sombra,
que poco importa el hombre y su palabra
y que perdí la llave y el mañana.


LLAVE DE NIEBLA



Nunca sabremos nada sobre el tiempo.
Ya cobija la cuna en suave sombra,
ya con su sombra oscura cubre al hombre.
Quizás acerca de esto las palabras
poco puedan decir. ¿Dónde la llave
de niebla que entreabría la mañana?

Era entonces eterno ese mañana
y ni siquiera preocupaba el tiempo
a quien creía poseer la llave
para abrirnos las puertas de la sombra.
—Nada nos preocupaban las palabras,
propias de la miseria de los hombres—.

¿Mas por qué esa miseria que a los hombres
disuade de esperar en el mañana?
¿Y esa desconfianza en las palabras
mayor aún cuanto menor el tiempo
de gozar de las luces y las sombras
antes que nos encierren bajo llave?

He intentado saber cuál es la llave

que nos descubra que por qué los hombres
se resignan al reino de la sombra
antes de que se extinga su mañana.
Años hace pensé: cuestión de tiempo;
cuestión de libros, años y palabras.

Algo sé ya de cierto. Con palabras
nadie nunca logró forjar la llave
que permitiera traspasar el tiempo.
Así, de nada sirve para el hombre
ni la promesa de un feliz mañana
ni la amenaza de la eterna sombra.

Mas todos fuimos dioses. Suaves sombras
nos cobijaron. Cálidas palabras
iluminando siempre la mañana.
En nuestra mano siempre aquella llave
que detenía el paso de los hombres
y penetraba el corazón del tiempo.

Ya sé que el tiempo huye como sombra,
que poco importa el hombre y su palabra
y que perdí la llave y el mañana.


Fernando Ortiz






Anónimo -

malosino para la prsona q no le gusta copiar

poto -

eres un poto cojudo

Alberto -

Gran poema, tremenda estrofa, hermosa lengua.