The walls
El otro día le recomendé a un compañero de la facultad “La música de Erich Zann”, de Lovecraft, uno de los cuentos más terroríficos que he leído en mi vida. Trata de un tipo que vive en una calle de París (que luego es incapaz de volver a encontrar) que escuchando a través de la pared descubre una música extraña que toca un violinista que es mudo. Consigue conocerlo, y poco a poco va descubriendo que esa música está mucho más allá de ser simplemente extraña...
El protagonista está aterrorizado, pero por lo menos la delgadez de la pared le lleva, por un lado, a una poderosa experiencia de intensidad, y por otro a la gloria literaria de la mano del prodigioso y tarado cerebro del genio de la Arkham ficticia. Es un poco de suerte eso; donde yo vivo, sólo compartimos dos paredes. En una vive un mujer de noventa años, sorda como una tapia, a la que cuida una mujer rumana de unos cuarenta y tantos que es un encanto, aunque tiene pinta de haber sido fuertemente golpeada por los ir y venir de la vida. De ese lado escucho la tele cuando voy tarde a la facultad (y a veces el Más Deporte (!!!) si me quedo a comer en casa), la voz de plañidera de la vieja salmodiando “Elena, Elena” en un tono de voz cada vez más elevado, la respuesta de la susodicha “qué quiere, Abbbela?” y tertulias vespertinas con otras mujeres que aparecen con frecuencia, y que según fuentes fidedignas son descendientes de la mujer, probablemente en grado superior al quinto.
En el otro lado, la pared opuesta es en la que se apoya la cabecera de nuestra doble cama. Ahí sé de buena tinta que vive un matrimonio que, por el tono y la textura de las voces, debe frisar los cuarenta y tantos. De estos sé bastante poco, y de hecho no conozco ni sus rostros (debido a que no entran por el mismo portal que nosotros). Sin embargo, he colegido que al menos en algunos momentos de su vida, la pareja no debe llevarse demasiado mal, a juzgar por cómo gemían en algunos momentos en que yo, a unos dos metros de ellos y bajo la ardiente canícula veraniega, intentaba infructuosamente dormir la siesta. Uno de estos días, el sueño voló de mi lado a la vez que escuchaba la perentoria frase “Qué bien lo haces, cabrón!!!”
Mejor leer libros de Lovecraft, realmente,
8 comentarios
Cluje -
Mic -
Sé que no es nada ético pero que sirva como descargo el que casi no hacía falta ampliar el sonido y la identidad de la pedazo de bicha.
Tengo que leer los libros que decís pq yo incluso pasé miedito con It.
blancohumano -
¡¡Eso si que da cague de verdad!!
Saludos
insecto -
milady -
Vailima -
Cuánto miedo habrá pasado la menda leyendo al tipo éste y arrebujada entre las sábanas...
Míriam -
Me quedo con la penúltima frase. Sería ideal pronunciarla todos los dias asi que comienzo hoy: Qué bien lo haces, cabrón!!!
zuma -
como cosa graciosa, los que conocen nuestra casa saben que nuestro cuarto es muy grande y debe dar a 2 o 3 habitaciones de la casa de al lado, el caso es que cuando entraban las carretas del rocío llegó el vecino un poco piripi y la tomo con los hijos llamadolos parasitos, increpandoles de varias maneras... lo gracioso era que se oia a la mujer en una habitación calmando al marido y en otra habitacion a los hijos descojonandose del viejo.
Todo acabo con "una polla en vinagre" gritado por el vecino y que se escucho hasta en cartaya.