Por una vez en la vida
Quería escribir un poco sobre la fugacidad y cómo combatirla. Llevo un mes entero yendo de congreso en congreso (lo cual es por cierto causa de pequeñas ausencias de mi blog) y en estos eventos uno cultiva relaciones con la gente que podemos calificar de especiales, o al menos, no muy habituales. Con unos pocos haces una auténtica amistad, que luego se expande fuera de estos eventos; como siempre, los buenos amigos son los más escasos, y esto ocurre rara vez. Luego está el gran bloque de esa gente que trabaja en algo parecido a lo tuyo, y a los que por tanto, siempre que no abandones o ellos no lo hagan cosa cada vez más frecuente en Matemáticas, por desgracia- irás viendo periódicamente y a los que será agradable (o desagradable) reencontrar; además, siempre acaba uno charlando con ellos, se diría que se acaba teniendo una relación por ósmosis.
Pero además, existe un tercer tipo. Son aquellos a los que encuentras en una conferencia, y se da la curiosa, a veces terrible, circunstancia de que es muy probable que no los vuelvas a ver. Gente que no es de tu rama pero por algún motivo especial quería asistir, o al revés, es un congreso de otro tema que te interesaba ti; o bien alguien que viene de un sitio muy lejano y es improbable que regrese a la vieja Europa; o La cuestión es que, con este tipo de personas (y con muchas otras en circunstancias parecidas, lo del congreso es sólo mi contexto particular), la duración del evento es el mundo, fuera no hay nada.
Hace unos días, un amigo intentaba convencerme de la inutilidad de mandarle un mail a una de estas personas después de terminada esta fugaz conexión; su argumento era, básicamente, que sería una pérdida de tiempo y un desperdicio intelectual. Sin embargo, el motivo que me ha llevado a escribir a este post es reivindicar justamente lo contrario: un minuto, una hora, un día con alguien con quien hayas compartido un café, un paseo o aunque haya sido sólo un rato de charla, son horas rescatadas del olvido, máxime si van asociadas a una cara que quizá nunca vuelvas a ver (quién asegura eso, de todos modos, la vida es una tototómbola). No es pues justo intentar prolongar esa magia aunque sólo sea por un instante fugaz y con unos renglones mal escritos? Por mucho que el sentimiento práctico de la vida diga lo contrario, yo creo que sí.
¿Qué pensáis vosotros?
Pero además, existe un tercer tipo. Son aquellos a los que encuentras en una conferencia, y se da la curiosa, a veces terrible, circunstancia de que es muy probable que no los vuelvas a ver. Gente que no es de tu rama pero por algún motivo especial quería asistir, o al revés, es un congreso de otro tema que te interesaba ti; o bien alguien que viene de un sitio muy lejano y es improbable que regrese a la vieja Europa; o La cuestión es que, con este tipo de personas (y con muchas otras en circunstancias parecidas, lo del congreso es sólo mi contexto particular), la duración del evento es el mundo, fuera no hay nada.
Hace unos días, un amigo intentaba convencerme de la inutilidad de mandarle un mail a una de estas personas después de terminada esta fugaz conexión; su argumento era, básicamente, que sería una pérdida de tiempo y un desperdicio intelectual. Sin embargo, el motivo que me ha llevado a escribir a este post es reivindicar justamente lo contrario: un minuto, una hora, un día con alguien con quien hayas compartido un café, un paseo o aunque haya sido sólo un rato de charla, son horas rescatadas del olvido, máxime si van asociadas a una cara que quizá nunca vuelvas a ver (quién asegura eso, de todos modos, la vida es una tototómbola). No es pues justo intentar prolongar esa magia aunque sólo sea por un instante fugaz y con unos renglones mal escritos? Por mucho que el sentimiento práctico de la vida diga lo contrario, yo creo que sí.
¿Qué pensáis vosotros?
12 comentarios
Cluje -
Alberto -
Cluje -
Alberto -
Cluje -
Afortundamante, Lola, :DDDD
Lola -
Sara -
A mi dudo mucho que me veas en congresos porque a pesar de trabajar los 2 en mates pertenecemos a áreas un poco distantes (aunque la palabra "cohomología" y cosas así se mencionaron bastante), pero sabes donde siempre me podrás encontrar...
Sara -
A mi dudo mucho que me veas en congresos, pero sabes donde siempre me podrás encontrar...
Cluje -
Qué hermoso, Focusa! Cómo dice Sabina, "amores eternos que duran lo que dura un corto invierno".
Y a mí también me jode, Fernan, pero es lo que hay.
Fernandoide -
Focusa -
Lola -