Finde intenso
Aunque aparentemente haya resultado más o menos tranquilo, no puede decirse que haya desaprovechado el fin de semana. Ahí van las worthwile experiences, presuntamente intelectuales, aunque no todas:
-Finalización de la trilogía Millenium. Sin lugar a dudas el señor Stieg Larsson, DEP, conocía la fórmula de la heroína mental que añora todo escritor, culto o bestselleriano. Creo que no he tardado ni cuatro días en proceder a la fumigación de las más de dos mil páginas que narran las aventuras de Micke y Sally, también conocidos como Watson y Calzaslargas. Sí, estilo anónimo, maniqueísmo en los personajes y todo lo que uno quiera, pero también tres novelas muy distintas –whodunit, intriga psicológica, novela de espías- que gozan de una extraña unidad, ritmo sin desmayo, la sociedad de Suecia como cobaya de un acre análisis de las instituciones occidentales, y todos las posibles occurrences de la desigualdad sexual y la violencia de género, que permean la obra como los cuchillos de un colchón de fakir. Gran noticia que un trabajo como éste goce de la difusión que ha experimentado en todo el continente.
-Lectura de “Honor entre punks” e “Hijos de la noche“, novelas gráficas interconectadas que presentan una curiosa amalgama de temas victorianos y estética ochentera, para un nada camuflado homenaje al mundo de Conan Doyle a través de guiones más bien crípticos y un dibujo que privilegia la brillantez sobre la claridad. Buen dibujo de unos personajes centrales que bordean el tópico sin caer en él, valentía en el curioso cruce entre la intriga trillada y el roce de posmodernidad, y un retrato de bajos fondos cuya dureza siempre se ve atemperada por el cariño que los autores muestran hacia sus criaturas. Interesante, siempre que uno consiga olvidarse que donde estos comics rasguñan, From Hell apuñala.
- Visionado de los cinco capítulos finales de Generation Kill (lo cual quiere decir, casi toda la obra). Estupenda reflexión sobre la guerra del siglo XXI, mostrada sin tapujos a la vez que sin concesiones, un sutil alegato antibélico fundamentado en la novela homónima del periodista de Rolling Stone Evan Wright, asimismo personaje de la serie. Como es marca de la casa, sus creadores Simon y Burns desprecian las convenciones narrativas, exigiendo un notable esfuerzo al espectador para la distinción en interiorización de los diferentes caracteres. La recompensa para éste es grande, una vez que se ve atrapado en un ambiente absurdo y surrealista, donde los personajes se saben marionetas de un Master of Puppets –genial Padrino- que se llena la boca con palabras grandilocuentes mientras trata a sus soldados como carne de matadero, y donde la situación, siempre tragicómica, llevaría a risa si no estuviera siempre salpicada por sangre y vísceras, edificios volados y familias destrozadas. Muy recomendada, especialmente para los que aún crean que la invasión de Irak fue acertada.
-Fiesta en la Dehesa de la Villa. Me alertó un compañero de ellas, y allá que fuimos Rosa y yo, a airear la cabeza y mover el esqueleto. Más o menos lo previsible, lo cual quiere decir que lo pasamos de maravilla, aunque al final decidiéramos declinar el asunto coches de choque. Una calle larga llena de puestecitos, con un par de atracciones a un lado y una orquesta tocando en el otro, y césped rodeando donde el personal se tomaba con tranquilidad una noche algo más fría de lo esperado. Funcionó de maravilla la dicotomía macetas de vodka con naranja – bocatas de morcilla (hasta tres cayeron de cada tipo) y bailamos como está mandado al son de un repertorio rockero –Los Suaves, Medina Azahara, Platero, AC/DC- bastante más potable de lo que apuntaba la situación inicial. El único pero, que terminó todo demasiado pronto. Volvible.
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Cluje -
JL -