Encima de cornudos, apaleados
Leo asombrado una frase de Gallardón del otro día: "No conozco a nadie que no quede fascinado con las obras de la M-30". Le diría a este individuo que las puñeteras obras de SU M-30 me han hecho perder ya varias horas de mi vida en la entrada/salida del Intercambiador de Moncloa. Que si quiere conocer gente que tenga otro sentimiento hacia SUS obras que se pase una mañana cualquiera por el carril Bus-Vao, o por el rally del sur, o por tropecientos mil sitios de este bendito Madrid, y verá qué cositas más hermosas se encuentra: "Más que fascinarme, me joden, me retrasan, me joroban, me hacen la vida imposible, me obligan a jugármela cada vez que cojo el coche, me enfadan, me soliviantan, me cabrean, me tocan los huevos..." Hay que vivir en una mundo de colores de coches oficiales y adulación para poder decir eso, vamos. Y ser megalómano. Y cínico.
Me sé de uno a quien cuando vivía fuera de Madrid este tipo le era simpático, y que se va a empadronar en Madrid con el único y exclusivo motivo de darle su voto a la opción que más posibilidades tenga de echarle de la alcaldía en las próximas elecciones. Para que se vaya a hacer obras a su puta casa, a ser posible a la vez en la cocina, en el salón, en la salita, en el cuarto de baño, en el pasillo y en los dormitorios. 24 horas al día, como en ciertos sitios del sur de la ciudad. A ver si así se da cuenta de cómo nos está obligando a vivir.
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