Piratas de andar por casa
Disculpadme por la ausencia momentánea, pero ahora estoy escribiendo también con cierta regularidad en el blog "Notas de fútbol" (que por cierto, a quien le interese el deporte rey, está muy bien), y eso me ha impedido aparecer con más regularidad.
Hoy me ha llamado la atención una entrevista que he visto en El País Digital, y que os recomiendo fervientemente. El entrevistado es David Bravo, abogado experto en propiedad intelectual, y coincido fuertemente con sus tesis, que se fundamentan en la tolerancia y en lo exagerado que es llamar piratería a la descarga de contenidos de Internet para el disfrute personal. Como muestra, un botón en forma de pregunta.
P. Que opinas de las campañas de publicidad con fondos públicos en contra de la pirateria y en contra de la descarga de libros, peliculas y música de internet (sin animo de lucro y para uso privado)
R. Me parecen indignantes en lo que se refiere a la descarga de obras intelectuales para uso privado. Pero además de indignantes llevan a una reflexión interesante sobre los llamados "costes de exclusión". Los costes de exclusión son aquellos desembolsos económicos necesarios para mantener a terceros fuera de nuestra propiedad. En la propiedad tradicional esos costes los soportan individualmente los propietarios. Por lo general una puerta de mediana calidad y un cerrojo suele ser suficiente para evitar que alguien entre en tu propiedad. En esos casos el Estado solo actúa en casos excepcionales. Pero ¿qué sucede cuando unos cuantos propietarios están empeñados en proteger como una propiedad lo que es etéreo e inapropiable? Lo que sucede es que los costos de exclusión se disparan. De nada sirve una puerta y un cerrojo para mantener a terceros fuera del uso de algo como la música. Se necesita algo diferente y mucho más caro. Para hacer frente a esos costos se echa mano del Estado que tiene que hacer una inversión desproporcionada porque intenta controlar que millones de personas no entren en un lugar que carece de paredes, puertas y ventanas. Se necesitan grandes gastos en policía especializada en redes telemáticas, investigación en tecnologías que rastreen los pasos de los internautas, campañas de disuasión etc., El resultado es que somos nosotros los que pagamos esos altos costos de exclusión que necesitan los “propietarios” de las obras. Si yo pudiera elegir, y dado que parece imposible frenar lo que es una práctica habitual de millones de personas en todo el mundo, preferiría que esos gastos se dirigieran no a impedir el uso libre de las obras intelectuales sino a equilibrar los efectos que este uso pudiera tener sobre los creadores. En lo que respecta a los fondos privados de la industria, creo que sería más útil para ellos que los dirigieran a cambiar un modelo de negocio que ya nada tiene que ver con los tiempos en los que vivimos. La otra opción que queda es perseguir y controlar lo que hacen todos y cada uno de los ciudadanos delante de su ordenador. Esa opción además de poco deseable, se me antoja imposible.
Y el final de la entrevista también ha sido homérico:
P. Una pregunta, por qué vende usted su libro, no sólo en los kioskos, sino también en Internet, y no lo regala en formato pdf o html, directamente? Si yo digitalizo su libro, podría colocarlo a disposición de todo el mundo, gratis, en una red p2p? Gracias
R. Se confunde usted, el libro también puede descargarse libremente desde esta página en diversos formatos: http://elastico.net/archives/005194.html
PD: Para quien no lo supiera, la web del País vuelve a tener gran parte de sus contenidos en abierto desde hace algún tiempo.
3 comentarios
Javier -
Un saludoooooo!
Almade -
Gerard -