Corridas literales y mentales
Esto ya se lo he contado a bastante gente, pero merece estar en el blog. Aviso que lo que voy a contar es un poco gore.
Resulta que estaba soñando que un toro cogía a un matador introduciéndole el cuerno en el ojo y aplastándole la cabeza contra el burladero. Mientras, en mi cabeza sonaba una estrofa de la canción de Sabina "De purísima y oro", concretamente la que dice "Manolete cuadra al toro en la Plaza de Linares"; sin embargo, en el sueño, yo sabía, con esta extraña certeza que sólo en los sueños se posee, que el que estaba sufriendo la horrible cogida era Juan Belmonte. Cuando me desperté tembloroso, porque la escena era en verdad dantesca, estuve unos momentos en esa temblorosa frontera que separa el sueño y la vigilia; no supe con certeza que había vuelto al mundo de los vivos hasta que recordé (no sé de dónde) que aquello era imposible porque Belmonte se había suicidado de un disparo de escopeta. Esto sucedió minutos antes de recordar que la escena con la que había soñado era la muerte real de Manuel Granero (en la foto), causada por el toro Pocapena en los años veinte. Esa terrorífica escena la vi cuando pequeño, y en concreto la imagen de la cabeza del diestro convertida en un amasijo de sangre, carne y huesos me estuvo aterrorizando durante -sin exagerar- durante años. Así, se me habían cruzado tres vertientes distintas de la actividad mental-sensitiva en la pesadilla: la visual (Granero), la auditiva (Manolete) y la puramente memorística (Belmonte). Me resultó muy llamativo.
Lo más curioso de todo es que no me gustan las toros.
Resulta que estaba soñando que un toro cogía a un matador introduciéndole el cuerno en el ojo y aplastándole la cabeza contra el burladero. Mientras, en mi cabeza sonaba una estrofa de la canción de Sabina "De purísima y oro", concretamente la que dice "Manolete cuadra al toro en la Plaza de Linares"; sin embargo, en el sueño, yo sabía, con esta extraña certeza que sólo en los sueños se posee, que el que estaba sufriendo la horrible cogida era Juan Belmonte. Cuando me desperté tembloroso, porque la escena era en verdad dantesca, estuve unos momentos en esa temblorosa frontera que separa el sueño y la vigilia; no supe con certeza que había vuelto al mundo de los vivos hasta que recordé (no sé de dónde) que aquello era imposible porque Belmonte se había suicidado de un disparo de escopeta. Esto sucedió minutos antes de recordar que la escena con la que había soñado era la muerte real de Manuel Granero (en la foto), causada por el toro Pocapena en los años veinte. Esa terrorífica escena la vi cuando pequeño, y en concreto la imagen de la cabeza del diestro convertida en un amasijo de sangre, carne y huesos me estuvo aterrorizando durante -sin exagerar- durante años. Así, se me habían cruzado tres vertientes distintas de la actividad mental-sensitiva en la pesadilla: la visual (Granero), la auditiva (Manolete) y la puramente memorística (Belmonte). Me resultó muy llamativo.
Lo más curioso de todo es que no me gustan las toros.
10 comentarios
Fernandel -
Aquel que quiera darle una oportunidad a este arte me comprometo a invitarle a una novillada. Cada vez que he realizado este experimento (aunque no han sido muchas) el sujeto ha acabado quitándose de encima los prejuicios que habitualmente nos invaden.
Alberto -
por otra parte, estoy totalmente de acuerdo con Satra en que la protección antispam es un coñazo.
Cluje -
Gerard -
Y bueno, lo de batirse en duelo con la bestia, al fin y al cabo depende mucho de lo que tengas que perder y que ganar.
Cluje -
Sara -
(esto de la protección antispam es un coñazo...)
Cluje -
Irene Adler -
Cluje -
Sara -
Tengo que reconocer, que aunque no la hubieras visto, me parece normal que no te gusten. Para mi lo raro es que le gusten a alguien