Otro gran poema

¿Adónde va esa mujer,/arrastrándose por la acera,/ahora que ya es casi de noche,/con la alcuza en la mano?
Acercaos: no nos ve./Yo no sé qué es más gris,/si el acero frío de sus ojos,/si el gris desvaído de ese chal/con el que se envuelve el cuello y la cabeza,/o si el paisaje desolado de su alma.
Va despacio, arrastrando los pies,/desgastando suela, desgastando losa,/pero llevada/por un terror/oscuro,/por una voluntad/de esquivar algo horrible.
Sí, estamos equivocados./Esta mujer no avanza por la acera/de esta ciudad,/esta mujer va por un campo yerto,/entre zanjas abiertas, zanjas antiguas, zanjas recientes,/y tristes caballones,/de humana dimensión, de tierra removida,/de tierra/que ya no cabe en el hoyo de donde se sacó,/entre abismales pozos sombríos,/y turbias simas súbitas,/llenas de barro y agua fangosa y sudarios harapientos del color de la desesperanza.
Oh sí, la conozco./Esta mujer yo la conozco: ha venido en un tren,/en un tren muy largo;/ha viajado durante muchos días/y durante muchas noches:/unas veces nevaba y hacía mucho frío,/otras veces lucía el sol y remejía el viento/arbustos juveniles/en los campos en donde incesantemente estallan extrañas flores encendidas./Y ella ha viajado y ha viajado,
/mareada por el ruído de la conversación,/por el traqueteo de las ruedas
/y por el humo, por el olor a nicotina rancia./¡Oh!:/noches y días,/días y noches,/noches y días,/días y noches,/y muchos, muchos días,/y muchas, muchas noches.
/Pero el horrible tren ha ido parando/en tantas estaciones diferentes,/que ella no sabe con exactitud ni cómo se llamaban,
/ni los sitios,/ni las épocas.
Ella/recuerda sólo/que en todas estaba oscuro, y que partir, al arrancar el tren/ha comprendido siempre/cuán bestial es el topetazo de la injusticia absoluta,/ha sentido siempre/una tristeza que era como un ciempié monstruoso que le colgara de la mejilla,/como si con el arrancar del tren le arrancaran el alma,/como si con el arrancar del tren le arrancaran innumerables margaritas, blancas cual su alegría infantil en la fiesta del pueblo,/como si le arrancaran los días azules, el gozo de amar a Dios y esa voluntad de minutos en sucesión que llamamos vivir./Pero las lúgubres estaciones se alejaban,/y ella se asomaba frenética a las ventanillas,/gritando y retorciéndose,/sólo/para ver alejarse en la infinita llanura/eso, una solitaria estación,/un lugar/señalado en las tres dimensiones del gran espacio cósmico/por una cruz/bajo las estrellas.
Y por fin se ha dormido,/sí, ha dormitado en la sombra,/arrullada por un fondo de lejanas conversaciones,
/por gritos ahogados y empañadas risas,/como de gentes que hablaran a través de mantas bien espesas,
/sólo rasgadas de improviso/por lloros de niños que se despiertan mojados a la media noche,/o por cortantes chillidos de mozas a las que en los túneles les pellizcan las nalgas,/... aún mareada por el humo del tabaco.
Y ha viajado noches y días,/sí, muchos días,/y muchas noches./Siempre parando en estaciones diferentes,/siempre con una ansia turbia, de bajar ella también, de quedarse ella también,/ay,/para siempre partir de nuevo con el alma desgarrada,
/para siempre dormitar de nuevo en trayectos inacabables.
...No ha sabido cómo./Su sueño era cada vez más profundo,/iban cesando,/casi habían cesado por fin los ruidos a su alrededor:/sólo alguna vez una risa como un puñal que brilla un instante en las sombras,/algún cuchillo como un limón agrio que pone amarilla un momento la noche./Y luego nada./Sólo la velocidad,/sólo el traqueteo de maderas y hierro/del tren,/sólo el ruido del tren.
Y esta mujer se ha despertado en la noche,/y estaba sola,/y ha mirado a su alrededor,/y estaba sola,/y ha buscado al revisor, a los mozos del tren,/a algún empleado,/a algún mendigo que viajara oculto bajo un asiento,/y estaba sola,/y ha gritado en la oscuridad,/y estaba sola,/y ha preguntado en la oscuridad,/y estaba sola,/y ha preguntado/quién conducía,/quién movía aquel horrible tren./Y no le ha contestado nadie,/porque estaba sola,/porque estaba sola./Y ha seguido días y días,/loca, frenética,/en el enorme tren vacío,/donde no va nadie,/que no conduce nadie.
... Y esa es la terrible,/la estúpida fuerza sin pupilas,/que aún hace que esa mujer/avance y avance por la acera,/desgastando la suela de sus viejos zapatones,/desgastando las losas,/entre zanjas abiertas a un lado y otro,
/entre caballones de tierra,/de dos metros de longitud,/con ese tamaño preciso/de nuestra ternura de cuerpos humanos.
/Ah, por eso esa mujer avanza (en la mano, como el atributo de una semidiosa, su alcuza),/abriendo con amor el aire, abriéndolo con delicadeza exquisita,/como si caminara surcando un trigal en granazón,/sí, como si fuera surcando un mar de cruces, o un bosque de cruces, o una nebulosa de cruces,/de cercanas cruces,/de cruces lejanas.
Ella,/en este crepúsculo que cada vez se ensombrece más,/se inclina,/va curvada como un signo de interrogación,/con la espina dorsal arqueada/sobre el suelo./¿Es que se asoma por el marco de su propio cuerpo de madera,/como si se asomara por la ventanilla/de un tren,/al ver alejarse la estación anónima/en que se debía haber quedado?/¿Es que le pesan, es que le cuelgan del cerebro/sus recuerdos de tierra en putrefacción,/y se le tensan tirantes cables invisibles/desde sus tumbas diseminadas?/¿O es que como esos almendros/que en el verano estuvieron cargados de demasiada fruta,/conserva aún en el invierno el tierno vicio,/guarda aún el dulce álabe/de la cargazón y de la compañía,/en sus tristes ramas desnudas, donde ya ni se posan los pájaros?
4 comentarios
Ruben -
Lola -
Vailima -
La sobrina de Dámaso Alonso, hermana también de un premio Nadal fue mi primera profesora de literatura. Nunca dejaré de darle las gracias por todo aquello a lo que me asomó.
noelia -
Ha merecido la pena jurar por lo más sagrado, jejeje... Genial!! Me encanta!!