Un valiente ante la Muerte
Esta mañana, cuando venía de charla camino de la Facultad, se me ha venido a la cabeza uno de mis momentos preferidos de la Historia (algún día haré una recopilación por aquí): la defensa que realizó Danton de sí mismo en el proceso que por alta traición se siguió contra él.
Situémonos un poco: estamos en Marzo de 1794. En la Revolución Francesa, el Terror ha alcanzado su punto más álgido. Ya ha sido ejecutado el Rey Luis XVI, ya se ha guillotinado a todos los aristócratas, a todos los sacerdotes, a todos los no-revolucionarios, en suma, que no habían conseguido huir. Ya estamos en el punto en que las acusaciones, si no existen, se inventan; cualquiera puede ser llevado ante el Tribunal Revolucionario, juzgado por una traición real o probablemente ficticia y ejecutado en la Place de la Grève pocas horas después, ante las tricoteuses que hacen calceta mientras ven caer cabezas como quien oye llover. Ya han caído revolucionarios moderados, como los girondinos de Vergniaud y Condorcet, o abiertamente extremistas, como Hébert, que muere sin atisbo de dignidad. Este es el momento en que algunos de los líderes de la Revolución, como Danton y Desmoulins, deciden que es suficiente e intentar dar un giro hacia la moderación. Por ello, el sangriento Robespierre, erigido en dictador virtual, y su angel negro Saint-Just y demás partidarios, deciden procesarlos, o lo que es lo mismo, hacerlos asesinar. Por tanto, son detenidos.
Y aquí es donde empieza la gloriosa defensa de Danton, y en menor medida, de Desmoulins. Recordemos su respuesta a la primera pregunta formal del juez Herman. ¿Nombre y domicilio? "Mi nombre es Danton. Mi domicilio será pronto la Nada y después el Panteón de la Historia. No me importa." Y sin duda, así fue; el proceso quedará como paradigma de la lucha de la justicia, la compasión y el valor contra sus eternos enemigos, la arbitrariedad, y el despotismo. Si bien la figura histórica de Danton no es para nada modélica, e incluso discutible en más de un aspecto, su actitud ante su proceso y sobre todo, despreciativa, chulesca e imponente ante la muerte (que le lleva a tumbarse tranquilamente en la guillotina después de pronunciar las palabras inmortales al verdugo: "¡Muéstrale mi cabeza al pueblo! ¡Vale la pena!") le han ganado un lugar en todos los corazones de los que han escuchado su historia; que en cierto modo, es la historia de cualquier revolución.
Quería haber puesto una crónica del proceso, y tras buscar por Internete, he encontrado varias buenas, y una fantástica, en http://www.diagnopsy.com/Revolution/Rev_066.htm . Desgraciadamente, ninguna de ellas estaba en castellano. Pero bueno, si veo que el post este interesa, me puedo poner manos a la obra y hacer la traducción del link, no parece difícil. También recomiendo el libro de Díaz-Plaja "A la sombra de la guillotina", donde cuenta todos estos hechos y otros más con pluma lírica y estilo soberbio; la peli "Danton", biografía de Andrzej Wajda, con una gran reconstrucción del proceso e interpretación de Depardieu; y la escena de la ejecución en el film "Napoleón", de Abel Gance, sencillamente sobrecogedora.
Situémonos un poco: estamos en Marzo de 1794. En la Revolución Francesa, el Terror ha alcanzado su punto más álgido. Ya ha sido ejecutado el Rey Luis XVI, ya se ha guillotinado a todos los aristócratas, a todos los sacerdotes, a todos los no-revolucionarios, en suma, que no habían conseguido huir. Ya estamos en el punto en que las acusaciones, si no existen, se inventan; cualquiera puede ser llevado ante el Tribunal Revolucionario, juzgado por una traición real o probablemente ficticia y ejecutado en la Place de la Grève pocas horas después, ante las tricoteuses que hacen calceta mientras ven caer cabezas como quien oye llover. Ya han caído revolucionarios moderados, como los girondinos de Vergniaud y Condorcet, o abiertamente extremistas, como Hébert, que muere sin atisbo de dignidad. Este es el momento en que algunos de los líderes de la Revolución, como Danton y Desmoulins, deciden que es suficiente e intentar dar un giro hacia la moderación. Por ello, el sangriento Robespierre, erigido en dictador virtual, y su angel negro Saint-Just y demás partidarios, deciden procesarlos, o lo que es lo mismo, hacerlos asesinar. Por tanto, son detenidos.
Y aquí es donde empieza la gloriosa defensa de Danton, y en menor medida, de Desmoulins. Recordemos su respuesta a la primera pregunta formal del juez Herman. ¿Nombre y domicilio? "Mi nombre es Danton. Mi domicilio será pronto la Nada y después el Panteón de la Historia. No me importa." Y sin duda, así fue; el proceso quedará como paradigma de la lucha de la justicia, la compasión y el valor contra sus eternos enemigos, la arbitrariedad, y el despotismo. Si bien la figura histórica de Danton no es para nada modélica, e incluso discutible en más de un aspecto, su actitud ante su proceso y sobre todo, despreciativa, chulesca e imponente ante la muerte (que le lleva a tumbarse tranquilamente en la guillotina después de pronunciar las palabras inmortales al verdugo: "¡Muéstrale mi cabeza al pueblo! ¡Vale la pena!") le han ganado un lugar en todos los corazones de los que han escuchado su historia; que en cierto modo, es la historia de cualquier revolución.
Quería haber puesto una crónica del proceso, y tras buscar por Internete, he encontrado varias buenas, y una fantástica, en http://www.diagnopsy.com/Revolution/Rev_066.htm . Desgraciadamente, ninguna de ellas estaba en castellano. Pero bueno, si veo que el post este interesa, me puedo poner manos a la obra y hacer la traducción del link, no parece difícil. También recomiendo el libro de Díaz-Plaja "A la sombra de la guillotina", donde cuenta todos estos hechos y otros más con pluma lírica y estilo soberbio; la peli "Danton", biografía de Andrzej Wajda, con una gran reconstrucción del proceso e interpretación de Depardieu; y la escena de la ejecución en el film "Napoleón", de Abel Gance, sencillamente sobrecogedora.
9 comentarios
Ramón J, -
En cuanto a Scaramouche, es la segunda vez que lo veo hoy escrito en algún lado, porque un amiguete en el messenger se llama algo así como Ágil como Celadón, como Scarampuche ligero...
Luis Espinosa Pinto -
Alberto -
Lola -
Alberto -
Lola -
Alberto -
Ramón -
Lola -