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El musolari errante

This is Orson Welles speaking

This is Orson Welles speaking

Hacía mucho tiempo que quería saber cómo Orson Welles había sido capaz de rodar Ciudadano Kane (que a mí me parece LA obra cumbre del Arte del siglo XX, y nótese el artículo determinado) con 25 años. Quiero decir, cómo a esa edad, en que para la mayoría de las personas la vida aún está empezando, consiguió acumular tanto el bagaje técnico como vital para realizar una empresa de tamaña envergadura.

 

A tal efecto, saqué de la Biblioteca hace unos días una biografía del autor, obra de un tal Santos Zunzunegui, que se centra especialmente (aunque no siempre) en su forma de hacer cine. Aunque por momentos se vuelve demasiado teórico, el libro es muy interesante; lo estoy leyendo a salto de mata, de metro en metro, y hoy debo devolverlo, pero antes quería dejaros aquí algunas cosillas que figuran en él y que me han llamado bastante la atención.

 

Para empezar, dos pistas que nos aproximan a la solución al problema. Por una parte, el genio innato de Welles,  pues en el Madison Journal del 26 de Febrero de 1926 aparece la siguiente nota, referida al maestro de Kenosha “Dibujante, actor, poeta… y sólo tiene diez años”. Por otra, la especial formación que recibió, pues se educó en la Todd School, una institución donde se estimulaba desde el comienzo la creatividad de los chicos, y donde el teatro gozaba de un papel preponderante. Así pudo obtener los necesarios conocimentos de puesta en escena, actuación, escritura, etc., que luego aplicaría con sin igual fortuna. Consta que participó en su primera obra a los doce años (¡¡¡y ya colaboraba con un periódico!!!), dirigía un montaje shakesperiano a los quince, y a los veinte montaba un Macbeth con actores negros en Broadway que le ponía en el punto de mira de la vida cultural americana. Esto y su famosa retransmisión por radio de una supuesta invasión marciana, que aterrorizó al personal, le convirtieron en un personaje famoso, y todo influyó para que la RKO le diera prácticamente carta blanca para rodar su primera película. Ciudadano Kane.

 

Me ha resultado también muy interesante la descripción del encuentro de Welles con dos de los personajes clave de la cultura del siglo pasado, D.W. Griffith y Ernest Hemingway. Dejemos que el propio Welles cuente el primero:

 

Me encontré con Griffith una sola vez, y no fue un encuentro feliz. Fue en una cocktail party […] El cine, que él había virtualmente inventado, se había convertido en un producto […], y en la cadena sin fin de las mastodónticas fábricas cinematográficas no había sitio para él. Era un exiliado en su propia ciudad, un profeta sin honores, un artesano sin herramientas, un artista sin trabajo. No me extraña que me odiara. Yo, que nada sabía sobre el cine, había conseguido la mayor libertad jamás otorgada en un contrato de Hollywood. Era el contrato que él se merecía […]

 Estuvimos de pie mirándonos como a través de un abismo sin esperanza. Yo le amaba y le veneraba, pero él no necesitaba un discípulo, necesitaba un trabajo. Nunca he odiado realmente a Hollywood a no ser por el trato que dio a Griffith. Ninguna ciudad, ninguna industria, ninguna profesión ni forma de arte deben tanto a un solo hombre. Todo director que le ha seguido no ha hecho más que eso: seguirle. […] Pero fue más que un padre fundador y un pionero, pues sus obras perduran […] Las películas de Griffith están hoy mucho menos viejas de lo que estaban hace un cuarto de siglo, cuando fracasé tan rotundamente en expresarle lo que significaba para mí, para todos nosotros. He vuelto a fracasar ahora. Está más allá del tributo.”

 

El encuentro con Hemingway, sin embargo, fue incluso cómico. Cuando se encontraron, Welles debía rodar algo sobre texto del escritor, que como de costumbre estaba medio borracho. Como no se ponían de acuerdo, Hemingway llamó marica a Welles, y este le respondió haciéndole gestos afeminados. Con el material de Welles ya rodado sobre la guerra civil pasando al fondo, ambos se liaron en una pelea colosal, sillas en ristre. Al final, acabaron abrazados y bebiéndose otra botella de whisky a medias. Tremendo.

 

Y nada, como ya se está haciendo algo largo este post, os dejo con algunas brillantes opiniones de Welles que vienen al final del libro. Antes, sólo recomendaros que veáis sus películas. Aparte del Ciudadano, Sed de mal, El tercer hombre, El proceso, los Ambersons… Fue el número uno.

 

Un director ha de tener el rigor de tirar al cesto sus planos más hermosos. Muchas películas se estropean porque el director no soporta la idea de prescindir de algo que sólo es bello. Y esa no es una buena razón para conservarlo en la película. Hay que ser implacables con el propio material. Una película se hace tanto con lo que se tira como con lo que se queda.”

 

Creo que a la gente se le debería enseñar cualquier cosa excepto cine. Lo que a un estudiante de dirección debería enseñársele es tanta de nuestra cultura como fuera capaz de sintetizar. Síntesis, no especialización. A la hora de hacer un filme para el mundo actual, debemos empeñarnos en comprender de la mejor manera posible los avances humanos en los últimos veinte años. Me vuelvo loco pensando en las cosas que deberían enseñarse en vez de seminarios sobre Howard Hawks, Orson Welles o cualquier otro.”

 

Un maverick [solitario, esencialmente] puede seguir su propio camino, pero no piensa que sea el único, no pretende que sea el mejor-excepto para sí mismo. Y no imaginéis que este canalla bohemio pretende ser libre. Simplemente, algunas de las necesidades de las que soy esclavo son diferentes de las vuestras.

Como realizador, por ejemplo, me financio con mis trabajos de actor. Utilizo mi propio trabajo para subvencionar mi trabajo. En otras palabras, estoy loco. Pero no lo bastante loco para pretender ser libre. Es un hecho que muchos de los filmes que habéis visto no habrían podido hacerse de orto modo. O si se hubiesen hecho de otro modo quizás serían mejores. Pero no habrían sido míos.”

 

El público cinematográfico no existe. Está formado por doscientos bereberes del otro lado del Atlas. Por un grupo de intelectuales de la cinemateca de Atenas. Por setecientos burgueses que han votado por Nixon. Por una única persona que mira la televisión. El público no existe. Y mi fragmento de celuloide yo lo escribo para la posteridad, en la que habrá otras combinaciones de públicos que no se pueden prever. […] El público del cine es inimaginable; el sesenta por ciento, por ejemplo, no escuchará jamás nuestras palabras porque la película se doblará. Quizás diez millones la vean más tarde, cuando todos estemos muertos”. Son pobres, son ricos, son mayores, son jóvenes. No sabemos lo que es el público del cine, y no podemos hacer, por tanto, más que aquello en lo que creemos.”

10 comentarios

Cluje -

Sí, Alberto, lo encontré mirando por internete. Luego consulté la novela y, efectivamente, no sale.

Alberto -

La frase del reloj de cuco es una de las mejores citas de la historia, además de una de las más desoladoras. ¿Seguro qué es de de Welles y no de Greene (otro genio)?

Por cierto, la idea de Welles de que a alguien que se quiera dedicar a director de cine habría que enseñarle todo menos cine me parece interesantísima.

Cluje -

Jeje Save es que la actualidad mundialista (y los posts consiguientes) me tienen absorbido.

Y zuma, hace poco pusieron el tercer hombre en Telemadrid, y además de verla de nuevo, me dediqué a mandarle mensajes a todo el mundo para que la viera. Por cierto, ayer mirando internet vi que el propio Welles decía que él no había aportado nada a la dirección, excepto la famosa parrafada sobre el reloj de cuco.

Y lo de tu padre es verdad!!!

zuma -

El tercer hombre es una de mis pelis favoritas, su banda sonora esta en mi cabeza permanentemente desde que la vi. Por cierto en la foto se parece a mi padre de mala hostia.

saverio -

Hombre, tanto tiempo sin escribir merece la pena, cuando nos dejas perlas como ésta!!!! Hasta pronto!

Cluje -

Yo tengo unas ganas locas de ver "Campanadas a medianoche", donde creo que hay unos personajes inolvidables...

Por cierto Irene, no te extrañe, Welles hizo muchas cosas de estas, incluso anuncios. Era un tipo sin ningún tipo de límite.

insecto -

Sí, tienes razón con los ejemplos que me has puesto, pero aún así, no sé por qué, me cuesta empatizar con sus personajes. De todas formas reconozco que es un genio, y que a su dominio del cine como lenguaje creo que no ha llegado nadie. Lo que pasa es que yo le acabo sacando punta a todo...jeje

Irene Adler -

Ahí va una cosa curiosa de Orson Welles: ¿alguien ha escuchado una canción de Manowar que se llama "Defender"?. Bueno, pues sale todo el tiempo una voz hablando, como un padre que lee una carta (todo en plan friki, por supuesto). Pues ese es Orson Wells, que hizo esa colaboración con ellos. Cuando me enteré no me lo podía creer.

Cluje -

Bienvenida por aquí!!! :DDD Cuando dices que no te transmite, te refieres en sentido sentimental? Es verdad que sus dardos van con más frecuencia dirigidos al cerebro que al corazón, pero escenas como la de Joseph Cotten borracho en ciudadano Kane, la de la noria del Tercer Hombre o la muerte de Quinlan en Sed de mal tienen una carga emocional imponente...

insecto -

¡Qué genio! Yo después de ver el plano secuencia inicial de Sed de mal, casi decido renunciar a mis aspiraciones cinematográficas jejeje
No obstante, yo tengo mis dudas con respecto a Orson Welles porque me parece un genio en la técnica y en la narrativa, pero, aún a riesgo de que parecer una blasfema, no me transmite mucho... (tampoco he visto mucho suyo, todo sea dicho. Cuando vea más películas suyas quizá cambie mi forma de pensar)