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El musolari errante

Sorrivindicación

Sorrivindicación

 

Nunca le he pedido excusas a un libro, pero para todo hay una primera vez en la vida, y nobleza obliga a hacerlo ahora. El destinatario es “Reivindicación del conde don Julián”, que tuve en mis manos una fría mañana de la primavera de 2003 en la biblioteca del Colegio de España de París,y que me dio tal susto –esa extraña puntuación, esos párrafos sincopados, el aroma surrealista de la página al azar- que no pude menos que abstenerme y devolver con ligereza al estante donde dormía el sueño de los (muy) justos. Hace unos días volví a atreverme, ahora con más fe, madurez (?) y años encima, y conseguí obedecer el impulso y sacarlo conmigo. Desde ese día, Goytisolo ha cruzado en mi cabeza la tibia raya que separa los territorios oscuros de la rareza de los deslumbradores del genio. Hoy he devuelto el libro, y cuando se lo he pasado al bibliotecario me he sentido como si me cortase un brazo y lo dejase allí encima. No tardaré mucho en comprármelo pero hasta entonces, perdón, Julián.

 

Crítica más resumen.

 

Historias del 631. Media hora de retraso por hielo, fenómeno absolutamente inusual. Apenas vislumbraba el exterior, sin gafas y a través del vaho. La primera vez que permiten, que yo vea, gente de pie en el autobús.

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