Blogia
El musolari errante

Llegando allí

 

¿Por qué entras en esa casa, Marika, buscando tu propia perdición? ¿Por qué no olvidas, te distraes, sufren en silencio un rato la cruel agonía de la pena y el dolor, para esperar que acabe y después reclinarte sintiendo poco más que el ruido del agua y el viento en las pestañas? No eres capaz, debes correr tras la cinta morada que ata tu corazón, que lo empuja y lo aplasta, lo comprime y lo estalla. Y lo más paradójico es que esa cinta no te anuda a ti, sino a otros dos seres que de tantos años sin tocarse han vuelto el fuego en hielo, han soportado siglos de sequía, canícula, muerte, cáncer, para sólo acabar dándose cuenta de que la podredumbre, conquistadora silenciosa y fiebre imperceptible, había puesto banderas en la más alta almena de lo que ellos creyeron alguna vez que podía ser… felicidad.

 

(Homenaje a Marái)

0 comentarios