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El musolari errante

En la agonía serena

 Ayer cuando venía de Sevilla en el autobús, tuve un momento curioso. Me habían adjudicado la primera fila, y allí iba disfrutando del paisaje hasta que se hizo de noche. Como la luna del autobús a veces parece tan grande, se me vino a la cabeza una ensoñación funesta: me vi a mí mismo volando por encima del asiento y atravesando el cristal. Se instaló la idea de la muerte en mi cabeza, pero de un modo tranquilo, no de la manera perturbadora que suele hacerlo. Y vi la carretera desierta como anagrama del último tránsito, con los faros haciendo el papel de esa luz que dicen lo que han vuelto que han visto al final.

 

 

 Entonces, empezó a sonar en mi reproductor de mp3 la maravillosa música de Morricone para el duelo en “Por un puñado de dólares”, y situado como estaba yo en ese momento, me dio tal serenidad que deseé fervientemente escucharla cuando llegaran mis últimos segundos. No quiero encarar la Nada o el Algo desconocido de otra manera, que llevado por esas notas magistrales.

4 comentarios

Lola -

anda coño! pues no te mandaba un beso... puedo prometer y prometo que cuando escribí el anterior comentario no existía el primero! Sólo veía el de javi... En fin, pilarín, que nos vemos pronto. Te mando 3 besos como castigo! :P

Lola -

jodo...no salió mi comentario del otro día... en fin... no sé qué te decía, pero seguroq ue te mandaba un beso... Era elgo así como que vaya tela con eso de que ya sepas la música que quieres escuchar en tus últimos momentos... juas. Ayer se te echó de menos por Galileo :P A ver si nos vemos, jincho!

Lola -

joe, jincho... ya pensando en qué música escucharás cuando mueras...

¿te veo esta noche? anda sí....

Javier -

Uepa Ramao, como van las vacances? ya veo que... bien?? Tu di lo que quieras, pero a mi esas cosas me dan mu mal rollo...

Hasta pronto!